El bien conservado hálito de villa colonial, los hermosos monumentos y edificaciones religiosos, un trazado único en Cuba, le confirieron esa magia peculiar a la tierra d elos tinajones. Foto: Cuba Travel

Los habitantes de Camagüey, la ciudad cubana de los tinajones, conmemoran este miércoles el 13 aniversario de la declaración de un segmento del Centro Histórico como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La zona declarada patrimonio mundial posee una extensión de 54 hectáreas, refiere la Oficina del Historiador de la ciudad, las cuales están compuestas por 80 manzanas con un total de 83 edificios de valor. Comprende el núcleo más antiguo de la ciudad, incluidos los cinco espacios fundacionales: las plazas de San Juan de Dios, el Carmen y los Trabajadores, y los parques Martí e Ignacio Agramonte.

En las edificaciones ha quedado plasmada la impronta de los numerosos estilos artísticos: neoclásico, ecléctico, neocolonial y “Art Déco”.

El Centro Histórico de Camagüey, o por su nombre primigenio, la Villa de Santa María de Puerto Príncipe, fundada en el tempranísimo 1514, también fue declarado Monumento Nacional en 1978.

El complejo sistema de plazas y plazuelas, detallan, el amplio repertorio religioso, el trazado irregular de sus calles, el alto valor ambiental y contextual, las leyendas, costumbres y tradiciones, junto a la sabia conjugación del pasado con la modernidad resultaron los pilares fundamentales de la declaratoria.

Para otorgar el status ganado en el año 2008, un factor decisivo fue que ese segmento atesora un tipo arquitectónico urbano único en América Latina, con un plano urbano irregular que produjo un sistema inhabitual de plazas y plazoletas, de calles y callejones sinuosos, de manzanas de casas y de sistemas de parcelas.

La ciudad de trazados y plazas únicas alegra al visitante con su urbanidad que parece sacada de la historia misma. Foto: Oficina del Historiador de la Ciudad

Además, que la arquitectura monumental y residencial forma una trama urbana homogénea donde es posible observar las expresiones arquitectónicas que corresponden a diferentes periodos de la evolución de la ciudad, en un eclecticismo privilegiado para cualquier urbe en esta época de demoliciones y edificios «instantáneos».

Asimismo, la magia colonial de la ciudad está también en el sui géneris uso de pilastras entroncadas en las entradas de las casas y en los recipientes de barro para almacenar el agua, características que distinguen la arquitectura residencial de esta tierra cubana, y la distinguen llamativamente, al nivel de convertirse en su símbolo por excelencia.

Se añade que la perennidad del plano urbano original, de los tipos de arquitectura y de materiales, de las técnicas artesanales tradicionales, de las utilizaciones y del espíritu permite al centro histórico responder a las condiciones requeridas de autenticidad, que convencieron a la Unesco en aquel 2008 de que esta es tierra de leyendas escondidas tras las esquinas y parques.



La obtención del título de Patrimonio para un sector de la ciudad, se facilitó también por la esmerada protección jurídica de que ya gozaba la tierra de los tinajones, amparada bajo la éjida segura de la Oficina del Historiadorasí como los instrumentos y el sistema de gestión que han demostrado su eficacia para asegurar la conservación apropiada de la zona, y sus notas de color típico, sin alteraciones violentas a su urbanidad.

Por qué es única dentro de Cuba

Foto: Cuba Travel

Además de compartir con otras villas coloniales esa arquitectura del siglo XIX, elegante y de marcado neoclasicismo, en esta tierra del centro de la Isla, los maestros catalanes que arribaron desde la península hispánica en el XX hacen de las fachadas de edificaciones una decoración con un papel decisivo, con motivos florales, e inspiración naturalista, otro de los elementos que le brinda a esta ciudad una particularidad especial.

Esta nota de distinción con aire catalán tuvo de hecho, su expresión cumbre en uno de los espacios emblemáticos de la localidad, el Casino Campestre, mayor parque urbano de Cuba, con una magistral imitación del Parque Güell en Barcelona, diseñado por Antonio Gaudí, el maestro más trascendente del modernismo, según llegó a describir José Rodríguez, exdirector de la Oficina del Historiador en el territorio.

Foto: Cuba Travel

A los visitantes que llegan a esta ciudad, distante poco más de 500 kilómetros al este de La Habana, les llama la atención los principales templos eclesiásticos edificados en la segunda década del pasado siglo, de estilo neogótico, explicaba el especialista a la cadena radial local.

Y sí, es cierto, todos esos detalles únicos enamoran al caminante que llega a este sitio de Cuba, pero por sobre todo, es el espíritu indescriptible de una ciudad que ha conservado su hálito antiguo, como un buen vino, más allá de lo bello de sus muros, lo que hace de este paraje isleño un destino para recordar.

(Con información de Radio cadena Agramonte, Oficina del Historiador de la Ciudad y Cuba Travel)


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