Una inflexión en las llegadas turísticas al Caribe

Foto: maridav/123rf

Por Frank Martin

Los ferris, pequeños transbordadores pintorescos, ágiles y útiles, reanudaron sus viajes entre la República Dominicana y Puerto Rico al comenzar febrero, una buena noticia para el turismo regional en medio de tantas malas noticias generadas por la epidemia de Covid-19.

Una firma propietaria de esos barcos hechos para transportar pasajeros a cortas distancias prometió que mantendrán los protocolos de salud y seguridad con el fin de cuidar la salud de huéspedes, tripulantes y sus empleados.

Todas las precauciones apuntan contra la propagación del nuevo coronavirus
La Dirección General de Migración (DGM) de República Dominicana anunció que el viajero tendrá que presentar formularios de ingreso y salida del país incluyendo datos de salud.

En el caso de Puerto Rico los pasajeros con intención de ingresar a esa isla tienen que presentar una prueba negativa que indique que no tiene el SARS-CoV-2.

El reinicio de los agradables viajes siempre turísticos de los ferris en el mar Caribe es un paso más de la industria del ocio hacia una nueva época.

Especialistas en transporte turístico creen que los ferris que viajan entre las islas caribeñas podrían ampliar las perspectivas de recuperación del sector de las vacaciones.

Un ferry no es solamente un pequeño buque mercante que se utiliza para transportar pasajeros vehículos y carga.

También significa paseos con muchas y deliciosas paradas que multiplican un viaje de vacaciones.

No en balde en Venecia se les llaman autobuses o taxis acuáticos.

Los ferris gracias a su versatilidad pueden tener «paradas» en varias islas en un solo viaje.

Las islas de las Antillas Menores, por ejemplo, son ideales para los ferris. Esto es porque pueden ser comparadas a un sendero con peldaños separados por intervalos del mar desde Cuba hasta Sudamérica.

Con un poco de imaginación, es posible comparar al Caribe y sus islas con una avenida tropical unida por esas embarcaciones que son cada vez más modernas y seguras.

No son gigantescos y de gran calado como los buques cruceros. Salvando las distancias son pequeños y ágiles vehículos náuticos que pueden diseñar itinerarios diversos y divertidos.

Es cierto que los aviones grandes y pequeños son rápidos, pero no todos pueden brindar un majestuoso paseo por un mar azul como el caribeño.

Por lo general el vuelo es rápido y no permite ver mucho ni sentir la brisa marina.

Pese a esas características los ferris aún no abundan entre las islas del Caribe.

Por paradójico que pueda parecer no hay muchas conexiones de ferry en la región.

La razón es que muchos viajeros usan aviones para saltar de una isla a otra.

Las aerolíneas suelen brindar buenas ofertas difíciles de rechazar. Por otra parte, los barcos cruceros han logrado atrapar la imaginación del viajero promedio y su poder adquisitivo.

Pero si usted no es propietario de un yate, los viajes en ferry son ideales para viajeros con un viejo romance con el mar pero con un bolsillo limitado.

Los viejos transbordadores son una parte de la vida isleña, de sus culturas y hábitos. Los naturales suelen usarlos en sus vidas normales.

Estos transbordadores pueden transportar a la gente por un mundo marino cubierto de islas que nunca se ha detenido a mirar.

Muchos de los ferris son lo suficientemente grandes como para ofrecer un área de Primera Clase, amenidades, asientos reclinables, snack bar, lounge y tiendas libres de impuestos.

Y serán pronto nuevamente excelentes partes de las vacaciones una vez que el mundo esté nuevamente rotando con normalidad y haya dejado detrás al monstruoso virus.

Ferromar

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