Conozca desde dentro el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso

El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso es la sede del Ballet Nacional de Cuba y escenario principal de otras importantes compañías danzarias del país. Foto: alexat25/123RF

El teatro activo de mayor antigüedad en Latinoamérica cumplió 182 años de fundado y de manera inédita celebró el aniversario con una luz encendida, a la espera de poder encenderlas todas nuevamente para lucir su habitual esplendor.

El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso es un complejo cultural constituido por un conjunto de espacios multidisciplinarios que ofrecen al público diversas opciones para su enriquecimiento espiritual, con el objetivo de promover su historia y tradiciones.

Abrió sus puertas hace más de un siglo como Teatro Tacón, apellido del entonces capitán general de la nación caribeña e ideólogo de su construcción.

Desde la apertura, diversas personalidades de todas partes del mundo exhibieron su talento en el coliseo cubano.

Las actrices Sara Bernhardt y Eleonora Dusse, el tenor Enrico Caruso, los músicos Serguei Rachmaninov, Arthur Rubinstein, Luis Moreau Gottchalk, Teresa Carreño, Claudio Brindis de Sala, Pablo Casals e Ignacio Cervantes; cautivaron allí al público habanero y marcaron hito en la cultura.

En el campo de la danza, un hecho extraordinario se produjo en 1841 cuando Fanny Elssler, una de las cinco bailarinas más relevantes del siglo XIX, bailó sobre el escenario de este teatro: mostró por primera vez en Cuba la maravilla del baile en puntas.

La mítica Anna Pavlova hechizaría también a los habaneros, a principios del siglo XX, cuando ya el coliseo era conocido como Teatro Nacional.

La denominación la adquirió después de 1902, y de una reparación capital que lo convirtió en parte del emporio del Centro Gallego de La Habana.

El edificio actual fue inaugurado en 1914 y es obra del arquitecto belga Paul Beleu. Construido en estilo neobarroco, tomó como modelo las construcciones del barroco europeo, por lo que abundan las tallas y esculturas en piedra.

Para la cultura cubana la importancia de ese teatro trasciende las artes por varias razones, valga destacar que durante todo el siglo XIX acogió en su sala a lo más representativo de la intelectualidad del país: Domingo del Monte, José Martí y Gertrudis Gómez de Avellaneda, entre muchos.

Tula, como llamaban a la Avellaneda sus allegados, recibió allí una corona de laurel de manos de la también poetisa Luisa Pérez de Zambrana.

Ya en el siglo XX, sería imperdonable obviar las actuaciones de Ernesto Lecuona, Amadeo Roldán, Rita Montaner, Esther Borja, Bola de Nieve, Rosa Fornés, Omara Portuondo, Pablo Milanés, Carmen Amaya, Cristina Hoyos, Antonio Gades, Carla Fracci y Alicia Alonso, nombres cuya sola mención le aportan prestigio al teatro.

Allí, por primera vez, Alonso bailaría Carmen, y justamente ella, la prima ballerina assoluta cubana, bautizó a la institución en 1985 como Gran Teatro de La Habana.

Por eso no sorprende que desde 2016 –año en que fue reabierto tras dos años de restauración- el inmueble sumara el nombre de la legendaria bailarina a su denominación oficial y acogiera en uno de sus espacios una estatua en bronce de Alonso en el personaje de Giselle.

Desde la década de 1960, es la sede teatral del Ballet Nacional de Cuba y de los Festivales Internacionales de Ballet de La Habana, evento que atrae a la escena del histórico coliseo a las más grandes estrellas de la danza mundial.

Además, es espacio habitual de presentación del Ballet Español de Cuba, El Teatro Lírico o compañías de gran relevancia en el mundo de la danza como las que dirigen las bailarinas Litz Alfonso o Irene Rodríguez.

Fuente: Radio Habana Cuba, con información de Prensa Latina.

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