
Integrante de la trilogía de teatros cubanos nacidos en el siglo XIX, La Caridad constituye una de las edificaciones con mayor expresividad dentro del conjunto urbano que rodea al parque Leoncio Vidal Caro de la capital de la provincia de Villa Clara, a poco menos de 300 kilómetros al este de La Habana.
Inaugurada el 8 de septiembre de 1885 por iniciativa de Marta Abreu de Estévez, Benefactora de la ciudad de Santa Clara, la institución fue erigida en el espacio que ocupó la Ermita de la Candelaria; su objetivo sería socorrer las necesidades de los pobres mediante los ingresos obtenidos con sus funciones.
La decoración correspondió al pintor filipino Camilo Salaya, graduado de la academia madrileña San Fernando, quien tuvo a su cargo la decoración del cielo raso y los laterales junto a otros pintores populares de la ciudad; mientras la imagen de la Ermita de la Candelaria quedó estampada sobre el telón de entreactos de la naciente obra arquitectónica.
Cuentan las publicaciones de la época que este templo levantado al arte fue recibido con beneplácito por los habitantes de la ciudad, quienes agasajaron a la benefactora con una medalla conmemorativa a nombre del pueblo en la propia sede; mientras se presentó, por un grupo de aficionados la obra dramática La Caridad, y un grupo de solistas locales brindaron su talento artístico.
Por sus valores patrimoniales, ambientales y arquitectónicos, La Caridad fue declarado Monumento Nacional de Cuba en 1982. En la primera década del 2000, el teatro recibió una intensa y prolongada restauración hasta su reapertura el 15 de julio de 2009, en ocasión del aniversario 320 de la fundación de la ciudad de Santa Clara.

Actualmente, un nuevo proyecto para la restauración de la emblemática edificación se encuentra en desarrollo, con la participación de un equipo multidisciplinario de especialistas de la provincia y la asesoría de la Oficina del Historiador de La Habana, según información difundida por el periódico Vanguardia.
Irina Gutiérrez Pérez, directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, explicó a ese medio que «hay un consenso de que sea una labor integral, capital. Se ha buscado mucha información y se han visitado otras intervenciones como la del teatro Terry, en Cienfuegos, para conocer cuáles fueron las principales estrategias».
De acuerdo con la especialista, la restauración abarcará elementos como la carpintería, instalaciones hidrosanitarias y eléctricas, cubierta, obras pictóricas, pintura exterior, fachada, el frontón, entre otros; se estudia un proyecto de clima o aire acondicionado, así como la eliminación del ruido exterior y los daños en la rejería producto de las indisciplinas sociales alrededor del teatro en el llamado «malecón».
En esta oportunidad se pretende remozar las pinturas murales, lo cual no se hacía desde la década de los 80 del pasado siglo, y que estuvo a cargo de la desaparecida artista de la plástica Aida Ida Morales. Ahora la responsabilidad recaerá sobre el grupo Arte Restauro.
(Con información de Vanguardia y Cubaescena)
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