Foto: Pixabay.

Por Frank Martin

En el naciente turismo espacial lanzado por Estados Unidos y otros países existe una coincidencia: Es una empresa millonaria no solo por las distancias a recorrer, sino por el costo de un asiento.

Tales proporciones millonarias ocultan un tanto algo fundamental: ¿Son en realidad seguros estos viajes de placer?

Todas las respuestas están ahora a prueba, pues estas travesías ya comienzan por el momento con una trayectoria de piedra lanzada hacia el cielo. Van y regresan en poco tiempo.

El ser humano, sin embargo, es testarudo ante lo desconocido aunque sea un civil y además  ya hayan existido desde el ruso Yuri Gagarin los suficientes cosmonautas y astronautas profesionales apoyados por la ciencia y el presupuesto de grandes naciones.

Para un civil lo primero es lo primero: ¿Tiene el dinero suficiente?

Antes de lanzarse a otros análisis un aspirante a turista espacial tendrá que revisar primero su cuenta bancaria. Y no es una exageración afirmar que muchos -muchísimos- ,la enorme mayoría, se quedará en tierra si no son lo suficientemente famosos como para ser invitados.

Esa realidad no cambia  que esta modalidad mágica  del ocio sea con fines recreativos en la generalidad de los casos.

Ya ha sido dividida en varios tipos, que son  el turismo espacial orbital, suborbital y lunar.  Hasta ahora, son saltos espectaculares fuera de la atmósfera terrestre.

Y .¿Es el turismo espacial seguro?

Es lo que analizó el pasado 8 de mayo de manera virtual un grupo de  especialistas «con el fin de preparar a las generaciones futuras». En esa sesión en Internet se discutieron los desafíos actuales y la situación actual en los viajes y el turismo a nivel mundial.

La base de tales preparativos es que el  turismo espacial es simple de explicar. Los turistas espaciales reservan sus  boletos si hay fondos suficientes en naves espaciales para tener la oportunidad de experimentar el espacio por sí mismos, en viajes de diferentes duraciones.

En las naves espaciales suborbitales, por ejemplo, un turista espacial podría tener solo unos minutos en el espacio con tiempo suficiente para experimentar la ingravidez y probar el espacio.

Otros turistas espaciales han reservado casi desde el inicio del siglo actual  boletos en vuelos orbitales, para viajar al espacio durante horas o días en un momento. Y siguen esperando.

La seguridad es básica para esta modalidad. No vale la pena morir en el intento para tener una experiencia que nunca se podrá narrar a otros terrícolas.

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que el turismo espacial es sin duda un símbolo de estatus, ya que las personas tendrán que pagar enormes sumas de dinero incluso por los vuelos suborbitales breves,

Algunos ejemplos tomados al azar de la red:

Space X,- Se cree que la empresa del multimillonario Elon Musk tiene los precios más caros. Un viaje de ida y vuelta hasta la Estación Espacial Internacional en el Dragon podría costar 55 millones de dólares.

Virgin Galactic.- La compañía reveló que los viajes espaciales tendrán un precio entre los 450 mil y 600 mil dólares. Se sabe que los más caros serán destinados para los pasajeros que se quieran dedicar a la investigación.

Blue Origin.- La empresa del dueño de Amazon, Jeff Bezzos, vendió un asiento para una exploración en el espacio por 28 millones de dólares en una subasta, único dato del que se tiene conocimiento sobre esa compañía.

Habría que imaginar el precio de una póliza de seguro para un civil-astronauta.

No obstante ese tema es más «abierto» que el de la seguridad personal de un viajero espacial.

Un vistazo a la historia será suficiente para saber que existen riesgos.

Las catástrofes fatales lo demuestran  y nunca se olvidarán como el  desventurado Apolo 13 en 1970 hasta la explosión de Columbia en 2003.

No es necesario ser un especialista para saber que los riesgos son numerosos. Aún pasarán décadas, o quizá un siglo (¿quién sabe?) para que un viaje del turismo espacial se equipare en seguridad con una vuelta al mundo por los mares más turbulentos del mundo, incluyendo el Ártico.

También en los precios.

Ferromar

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