Foto: Pixabay.

por Frank Martín

Un concepto que los expertos consideran muy urgente para la industria turística a nivel mundial es que debe ser muy flexible frente a los desafíos actuales y probablemente aún imprevistos.

Los especialistas vinculados a este sector han encontrado una definición adaptable a los tiempos convulsos que vive el mundo.

La aplicación de tal concepto se vislumbra, en primer lugar, como urgente para el turismo actual en todas partes y para sus diversos componentes, desde el alojamiento hasta el transporte.

En definitiva, está incluida cualquier circunstancia en el futuro inmediato, mediano y futuro, incluso el distante.

«La COVID-19 ha cambiado la forma en que pensamos sobre el turismo», es una advertencia general.

Antes de que comenzara la pandemia, la industria estaba creciendo rápidamente, apoyada en aumento del 10 por ciento de los puestos de trabajo en todo el mundo y empleando a la mayor cantidad de mujeres y jóvenes.

«Luego cobró aún más importancia a nivel universal, liderando la recuperación global a partir de su carácter transversal y resiliente», consideró un experto de la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas, OMT, citado recientemente por diversas publicaciones especializadas.

La falta de previsión de cualquier perfil ya no es aceptable para una industria como la turística, cuyo bienestar está ligado al clima, las tensiones comerciales, económicas y sociales en general, las pandemias y las guerras, como se ha demostrado en los últimos tres años.

Los eventos más dañinos probablemente terminarán, pero es de suponer que sus secuelas dañarán el costo de vida, la inflación y la fluctuación de los precios del petróleo.

Una respuesta que se hace cada vez más necesaria es la del surgimiento de un turismo de masas lo más libre posible de precios excesivamente altos, dicen expertos de todo el mundo.

En tiempos de gran prosperidad para el sector, la OMT no perdió el tiempo.

Desde 2017 ha puesto en marcha una veintena de programas de innovación relacionados con una práctica turística que tiende a ser más extensa y masiva.

Un buen ejemplo de participación masiva ocurrió en China poco antes de finales de la década de 1970.

En ese momento, el gran país asiático padecía prácticamente de la inexistencia de su oferta turística internacional, limitada por diversas variantes internas.

Cuarenta años después, el mundo entero disfrutó la bonanza de más de 130 millones de chinos viajando al exterior en 2019, un 4,5% más que en 2018.

Y se esperaba un aumento global del 4% para 2020.

Pero el impacto de la Covid-19 limitó las llegadas de viajeros a una caída de alrededor de 400 millones de llegadas internacionales, prácticamente un colapso.

Los hechos demuestran sin lugar a dudas que la industria del turismo tendrá que avanzar con dos conceptos fundamentales, la flexibilidad en todas sus variantes y encontrar formas de reducir futuras sorpresas destructivas a través de métodos y tecnologías que dejen atrás el viejo hábito humano de confiar solo en la suerte.

FM

Ferromar

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