Río Dulce alberga decenas de especies animales y vegetales propias de Centroamérica. Foto: Makalu en Pixabay

El mar guarda sus propias maravillas de oleaje, agua salada y risas bajo el sol, mientras los lagos, con el bisbiseo secreto de pequeñas sierpes coloridas, o el canto mañanero de las aves migratorias, regala una intimidad para amantes o viajeros necesitados de alejarse un rato del ruido del mundo. Pero en Guatemala, hay un sitio que reconcilia ambos mundos mágicamente, una especie de abrazo de mar y lago, donde pasar una mañana en la costa Caribe y reposar la noche bajo la sombra de árboles acuíferos no es imposible. Ese sitio, tome nota, se llama Río Dulce. Y vaya que lo es.

Río Dulce es precisamente el sitio de entrada del mar Caribe a la tierra guatemalteca. Se encuentra en el departamento de Izabal, entre el Lago de Izabal y la Bahía de Amatique.El encuentro entre los ecosistemas marinos y de río, unido al cañón que formó el accidente geográfico, creó un hermoso espacio natural de 43 kilómetros de verdores azulosos e inmensidad de especies que lo convirtieron en un Parque Nacional protegido de fauna exuberante. De hecho, los viajeros suelen describir que los sonidos naturales en el sitio son hipnotizantes.

El cañón en la desembocadura del río sobre la bahía ofrece una belleza escénica singular por su vegetación y por ser refugio para diversas aves nativas y migratorias. Para recorrer los 16 kilómetros que distan entre el golfete y el mar, las aguas del río se introducen por un enorme cañón que separa las montañas, otra joya para la vista, donde altas paredes de rocas calizas con abundante vegetación conducen un relajante recorrido.

Este río tiene una profundidad de 30 a 50 metros, y un ancho de aproximadamente 200 metros, que le aporta la majestuosidad única de los grandes ríos americanos, pero la salpicadura de cayos e islotes de diferente tamaño en sus aguas varía la visión uniforme para el visitante.

El Río Dulce está ubicado dentro del área protegida del mencionado Parque Nacional Río Dulce que protege el ecosistema de Guatemala desde el año 1955, conteniendo una gran diversidad de fauna, entre las que se encuentran especies icónicas de la región, como manatíes y cocodrilos.

Otro de los puntos fuertes de este destino es Livingston, el pueblo más cercano en esta entrada de mar y Río, una comunidad peculiar ubicado en la desembocadura que presume de una identidad muy propia: aquí se refugia una de las 4 etnias del país, los Garífunas. Siendo hoy una mezcla de la cultura garífuna, mestiza y maya, Livigston ofrece una perspectiva diferente de Guatemala.

El pueblo Garífuna —también conocido como Garínagu—, tocó tierra centroamericana hace más de 200 años. Sentó a su población en Guatemala, Belice, Honduras y Nicaragua, trayendo consigo música, cultura, gastronomía e idiomas nuevos. Todo esto, en un momento importante de la historia guatemalteca y su separación de la corona española. Conocer de sus modos de vida, respetuosamente, y admirar sus historias enriquece la visita a Río Dulce con esa sensación que cambia todo destino turístico y lo convierte en una experiencia de vida.

Las visitas a lo largo de la desembocadura se suelen hacer en lanchas rápidas, y los hoteles en la zona lucen una singular estructura de madera rústica y paja, que ofrece a las noches un toque de intimidad muy peculiar. Sitio ideal para la lectura, los baños de agua dulce y la relajación, en general.

(Con información de Guatemala.com)

Ferromar

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