Costa Rica. Foto: Pixabay

En el norte quedan las playas más salvajes, en las que biólogos y naturalistas suman esfuerzos para que se pueda seguir viendo uno de los mayores espectáculos que ofrece la naturaleza de Costa Rica: la llegada de las tortugas marinas.

Verlas desove y la eclosión de los huevos, con las pequeñas tortugas intentando alcanzar la protección del mar para tener una mínima oportunidad de ser la escogida, una entre mil en llegar a edad adulta, es todo un momento especial.

Al sur de Puerto Viejo de Talamanca encontramos el Refugio de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo, un espacio natural único por la singularidad de los ecosistemas que protege, incluyendo el único manglar intacto del Atlántico, un arrecife de coral, un bosque lluvioso de tierras bajas, pantanos donde crecen dos escasos tipos de palma y un humedal.

Tiene entrada por sus dos extremos, en las localidades que dan nombre a la reserva. No resulta extraño ver a las familias de monos pasando por los árboles que llegan hasta la misma orilla de la playa, así como los encuentros con tucanes, entre otras vistosas aves.

Las actividades de buceo y esnórquel son muy populares por la variada vida marina que se da gracias al arrecife, con especies tan hermosas como el pez ángel o el pez loro azul.

Puerto Viejo es uno de esos lugares idílicos de los que cuesta marcharse, cuenta con buenas playas, una destacada gastronomía y chiringuitos donde no deja de sonar la música calypso, popularizada por Walter Ferguson ‘Gavitt’, uno de los personajes más queridos de la localidad.

Olas de tubo como la conocida como Salsa Brava han llamado la atención de surfistas de todo el mundo, dando un especial ambiente a las playas de Chiquita, Punta Uva y Cocles. (Fuente: Hosteltur)

Ferromar

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