Plaza de Armas, Habana Vieja. Foto: Deltoro en Pixabay

Fundada en 1519 como villa española, La Habana se convirtió en el siglo XVII en un importante astillero y sitio de tránsito para la región del Caribe. Un almacén de las riquezas que el reino extraía de tierra firme en América Latina, por lo que las frecuentes incursiones de corsarios y piratas, ávidos por llevar algo del ya legendario oro de La Habana, se volvieron una constante para la ciudad costera.

Fue entonces cuando surgió, progresiva pero decididamente, la red de fortificaciones que la volvieron una ciudad amurallada.

Con el paso del tiempo, junto a fuertes y castillos dignos del más puro medievo, La Habana fue sumando capas palimpsésticas de arquitectura variada, atemporal o de moda, y hasta la criolla arquitectura funcional de los pobres se unió a tesoros del urbanismo, para crear los que es hoy, un atractivo sitio donde se juntan monumentos barrocos y neoclásicos, así como un conjunto homogéneo de casas con arcadas, balcones, rejas de hierro forjado y patios interiores, guardavecinos de espectacular herrería, casas donde el entresuelo para los antiguos esclavos se ha convertido en hogar de muchos y se preserva la magia de los valcones españoles y las puertas tachonadas con el mismo encanto que persisten en el tiempo los altos muros de cualquier fortaleza militar.

Sistema de fortificaciones, Patrimonio de la Humanidad

Es esa mezcla viva la que enriquece su fondo arquitectónico, y en él, las fortificaciones españolas, con todo lo de historia tienen detrás, justificó en el año 1982 la UNESCO le concedió el título de Patrimonio de la Humanidad al Centro Histórico de La Habana Vieja y su Sistema de Fortificaciones.

Este nombramiento está sustentado en que esas construcciones son una muestra viviente y característica de una etapa histórica de la ciudad y el país, conservando también parte de la identidad cultural de esa ciudad colonial cuyo aire de criollismo pervive en los muros preservados hasta hoy.

Esas edificaciones se construyeron entre los siglos XVI hasta el XIX, y han constituido un punto de mira obligado para artistas, historiadores e investigadores.

Junto a las murallas, los Castillos militares y otros elementos como torreones defensivos, hay un cuarto factor muy importante para un sistema militar de este tipo, en el que hoy nos detendremos: las Plazas adoquinadas.

La Plaza de Armas

El valor de esta Plaza colonial como símbolo de poder de la metrópoli y como parte del sistema militar tal vez es insospechado para el viajero que no conoce su historia, pero en épocas pasadas fue un verdadero ícono de las tensiones criollo-españolas en la Isla.

En los tiempos de la etapa colonial los edificios que servían de sede para el trabajo de los magistrados y los militares españoles se encontraban en la actual Plaza de Armas.

Esta es la más antigua de las plazas de la Habana Vieja, su construcción se ubica alrededor del año 1520 y ahí en el XVI se efectuaban algunos ejercicios militares.

En ella nació la Habana colonial en el siglo XVI, pues a sus alrededores se nucleaban importantes edificaciones del poder español.

Por aquel entonces se encontraba situada entre El Castillo de la Real Fuerza y la Iglesia Parroquial Mayor, de la que tomaba nombre denominándose Plaza de la Iglesia. Actualmente alberga el Palacio de los Capitanes Generales, pues en 1741, la explosión del navío imperial español “Invencible” destruyó con la Iglesia Parroquial Mayor.

No fue conocida como Plaza de Armas hasta el siglo XVI, cuando el gobernador colonial comenzó a utilizar éste lugar para tomar el mando sobre la guarnición de la fortaleza aledaña. Debido a la cercanía del corsario inglés Francis Drake a la isla, las tropas cubanas comenzaron sus prácticas militares en esta plaza para hacer frente a un posible asalto. Su carácter de escenario para ejerciciod militares trascendió al tiempo, llegando ser conocida como Plaza de Marte, en alusión al dios romano de la guerra.

Pervivir en el tiempo

La plaza actual, al igual que la mayoría de los edificios que la rodean, data de finales de la década de 1700. El acceso ideal a esta plaza es atravesando el increíble pórtico levantado en la unión entre la Avenida del Puerto y la Calle O’Reilly, para admirar a su vez, el escudo de la ciudad de La Habana dispuesto frente al mar.

Actualmente la plaza acoge un interesante mercadillo de libros de segunda mano que los tiempos pandémicos han afectado, pero promete regresar con la normalidad. Además, atesorasimbólica estatua de Carlos Manuel Céspedes, quien inició el camino hacia la independencia de Cuba en 1868; y resguarda asimismo el Palacio de los Condes de Santovenia, joya arquitectónica que data de finales del siglo XVIII y que actualmente alberga el Hotel Santa Isabel de 5 estrellas.

Además se hallan en sus entornos algunos de los museos y edificaciones monumentales más interesantes de la ciudad, tales como el Museo de la Ciudad (ubicado en el Palacio de los Capitanes Generales), el Palacio del Segundo Cabo, el Castillo de la Real Fuerza, el Museo y monumento El Templete, el Museo Nacional de Historia Natural, el Museo de Navegación y el Museo del Automóvil.

Muchas de estas edificaciones, las recorreremos en próximkas entregas de nuestro paseo por los inmuebles patrimoniales de La Habana.

(Con información de Visitar Cuba y Cuba Tesoros)

Ferromar

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