La Habana, ciudad viva

Por: Daily Pérez Guillén

«A bordo de aquella barca que cruzaba la bahía bajo un tórrido sol de media tarde, cuya luz rebrillaba en todas las olas, encandilando por la espuma y la burbuja, Carlos miraba la ciudad de La Habana extrañamente parecida, a esta hora de reverberaciones y sombras largas, a un gigantesco lampadario barroco, cuyas cristalerías verdes, rojas, anaranjadas, colorearan una confusa rocalla de balcones, arcadas, cimborrios, belvederes y galerías de persianas —siempre erizada de andamios, maderas aspadas, horcas y cucañas de albañilería» (…).

Fotos: Andro Liuben

Más de doscientos años después, La Habana que describió Alejo Carpentier en El Siglo de las Luces sigue descubriéndose en sus grandes mansiones, palacios, plazas. En la actualidad, museos, alojamientos, comercios e inmuebles utilizados con fines de extensión cultural o administrativos, resguardan los valores de esa urbe que creció en medio de una gran fiebre constructiva de cara al mar, su espejo.

Es la ciudad del «tiempo nuevo» para el historiador Eusebio Leal, quien marcó el inicio de ese periodo en paralelo con la victoria de la Revolución y la resistencia del pueblo cubano, «de la cual La Habana ha sido emblema y símbolo», declaraba en una entrevista.

Desde 1982 el Centro Histórico de La Habana y su sistema de fortificaciones aparece inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial por su «valor universal excepcional». Millones de visitantes desde entonces lo han constatado. Un hecho que para Leal era «maravilloso» a pesar del desafío que enfrentan las ciudades que ostentan tal reconocimiento.

«Hay que velar por que La Habana no desaparezca bajo una marea de turistas. Pero, a la vez, creo que no se debe demonizar al turismo, una actividad necesaria, un factor económico importante, y en el caso de Cuba –dado su aislamiento–, una oportunidad también para iniciar un diálogo directo con visitantes provenientes de todas las regiones del mundo», argumentaba.

Conservar los bienes patrimoniales y preservar el espíritu que representan frente al imperativo de adaptarlos al uso turístico, es una dicotomía imposible de soslayar en los destinos cubanos que ostentan esos valores. Expertos, autoridades, operadores y también la población, han apostado por encontrar el equilibrio.

Fotos: Andro Liuben

En medio del ajetreo que supone acondicionar la ciudad para una Feria Internacional de Turismo, Gladys Collazo, Directora General de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador, reflexiona sobre el tema. «De acuerdo con los expertos, la relación entre bienes patrimoniales y turismo es complicada, difícil, pero realmente es una relación inevitable. Un buen entendimiento entre ambos beneficia el desarrollo de un país.

«Reconocemos como patrimonio turístico al conjunto de bienes naturales, culturales, materiales e inmateriales que actúan como atractivos y promueven el desplazamiento de turistas o viajeros para su conocimiento y disfrute. El turismo puede captar los aspectos económicos del patrimonio y aprovecharlos para su conservación.

«La Oficina del Historiador tiene una experiencia acumulada de muchos años, que en primera instancia valora el patrimonio como tesoro, cultura e identidad. Son diferentes formas de ver, estudiar y valorar el patrimonio, lo hemos puesto en valor para que después pueda verse como recurso.»

En la gestión turística del patrimonio cultural cuenta como propósito esencial preservar la herencia que los bienes representan. Una agencia de viajes con el mismo nombre que dieran los españoles a la ciudad, San Cristóbal, recién acaba de celebrar el pasado 4 de abril, veintisiete años de servicios en el turismo de patrimonio. «Casi tres décadas de trabajo en la promoción, interpretación y salvaguarda del legado histórico cultural de las villas cubanas», precisa su actual presidente, el también Héroe de la República de Cuba, Antonio Guerrero.

«La agencia nació de la visión del Historiador, Eusebio Leal Spengler, para ofrecer al viajero la pericia de guías y expertos de las Oficinas del Historiador y Conservador de los destinos patrimoniales a través de visitas, excursiones y eventos.»

Adscrita a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana en la actualidad quien llegue a la capital puede unirse a las visitas especializadas que organiza la Agencia San Cristóbal y que incluyen las rutas Casa Eusebio Leal y La Habana de Martí, Visita al Capitolio Nacional o el Camino Leal, un producto a favor de la accesibilidad, que propone un recorrido por cuatro plazas para redescubrir aquellos sitios, monumentos y edificaciones que fueron testigos del intenso bregar del eminente intelectual.

Fotos: Andro Liuben

Admirar La Habana a través de la visión de Eusebio es redescubrir la urbe en su escala de valores más amplia –culturales, intelectuales, políticos, históricos y sociales– y también en su deslumbrante y diversa arquitectura. Los rasgos moriscos, con influencias hispanas y musulmanas; el barroco de la Catedral; la expresión neoclásica en el Templete, edificación que rememora la fundación de la villa en 1519; así como los estilos eclécticos, art nouveau o art decó dan cuenta del tránsito y diálogo cultural que en la Mayor de las Antillas germinó en sus habitantes y en sus obras.

«La Habana es una ciudad viva, de sabiduría y de memoria», sentencia del Historiador que no olvida Collazo: «Cuando hablamos de Plan de Desarrollo Integral del Centro Histórico es importante destacar la estrategia que se llevó a cabo para la actuación en el territorio. Tenía que ver fundamentalmente con recuperar la estructura urbana patrimonial, potenciar el desarrollo cultural, desarrollar la economía local, potenciar la función terciaria, resolver los problemas de la vivienda –cada vez son más acuciantes y la Oficina tiene un compromiso con su comunidad–, desarrollar los servicios al hábitat, mejorar las redes infraestructurales, entre otras.»

Estudiosos del tema consideran que el verdadero valor del patrimonio radica en ser reconocido como valioso por los miembros de la sociedad en la que se inserta. En esa conexión identifican la permanencia y trascendencia de su capacidad simbólica y la trasmisión de los valores de las personas a las que representan, aunque se haya modificado el uso original de los bienes de patrimonio. De ahí que el auge del turismo y la diversificación en las actividades de los viajeros se conviertan en una oportunidad para la comunicación del legado.

«El reconocimiento del valor histórico cultural de bienes y manifestaciones forma parte de la conformación de las identidades locales y nacional, por ello el estado cubano concede prioridad a los procesos educativos relativos a estos temas», argumentos que comparte el Dr. Nilson Acosta Reyes, vicepresidente del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. De las experiencias valiosas en el largo camino recorrido, cita algunas: el vínculo escuelas-museos, que tiene su mejor expresión en las aulas-museos del centro histórico de La Habana; el trabajo de las escuelas asociadas a la UNESCO, que desarrollan proyectos específicos como Patrimonio en Manos de los Jóvenes; la iniciativa Monumentos de mi Barrio con el apoyo de los gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, y la futura implementación de la Ley General de Protección al Patrimonio Cultural y al Patrimonio Natural.

Pese a los desafíos, las buenas experiencias se han extendido más allá de La Habana Vieja. En 2008 durante la celebración del VII Encuentro Internacional sobre Manejo y Gestión de Centros Históricos, quedó formalmente constituida la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de Cuba. En ese momento, las ciudades de Cienfuegos y Camagüey habían ingresado en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, a la que ya pertenecían La Habana y Trinidad. A esas urbes, reconocidas internacionalmente, se sumaba Santiago de Cuba, que desde 1996 contaba con una Oficina del Conservador en la persona del arquitecto Omar López Rodríguez.

Omar López Rodríguez, Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba

«Desde su inicios la Red se propuso como objetivo general, facilitar el intercambio de experiencias en forma conjunta entre autoridades y especialistas a nivel nacional e internacional y fundamentalmente, en materia de gestión de centros históricos», apunta la Directora General de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador.

Resumiendo el devenir de esa organización, Guerrero precisa que en 2013, por acuerdo del Consejo de Estado firmado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, la Red se institucionalizó con carácter nacional y personalidad jurídica propia, presidida por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Leal advirtió entonces que para salir adelante era «fundamental unirnos al trabajo y tratar que en el más breve tiempo posible esa obra florezca y se multiplique».

«Hoy ya son quince ciudades patrimoniales cubanas las que integran la institución, a las que podrían sumarse otras más si cumplen con la condición previa de ser declaradas Monumento Nacional. La misión de la Red es coordinar metodológicamente el funcionamiento de las Oficinas que la integran y garantizar la sistematización y transferencia de la Escuela cubana para el desarrollo integral de la ciudad patrimonial», comenta el presidente de la Agencia San Cristóbal, que al mismo tiempo lidera la Red.

«Su papel debe entenderse dentro de ese concepto de ‘integralidad’, que incluye el desarrollo de un turismo patrimonial con arreglo a criterios tales como autenticidad y exclusividad, priorizando la cultura como nuestra mayor riqueza», puntualiza.

Por su parte, el doctor Acosta Reyes, se refiere a la necesidad de que el patrimonio cultural se asuma como un valor agregado. «A veces, el mayor que se puede ofrecer al visitante. Las particularidades del turismo cubano, y de la región del Caribe, han jerarquizado el turismo de sol y playa como la opción principal de este rubro económico. Sin embargo, la necesidad de diversificar y hacer más competitiva esta industria ha implicado otras miradas al desarrollo turístico».

El experto señala algunas de las acciones que fomentan el desarrollo del turismo cultural y el aprovechamiento del patrimonio como un recurso turístico: los procesos de intercambios entre organismos relacionados con la actividad turística y cultural; la elaboración y aprobación conciliada de planes de ordenamiento turísticos; el control sistemático de los bienes patrimoniales en custodia de hoteles y otras instalaciones turísticas; la protección como Monumento Nacional de algunas instalaciones turísticas relevantes; la creación de agencias de viajes especializadas en turismo cultural y la introducción de la sostenibilidad de los planes y proyectos en la planificación estratégica, no solo desde el punto de vista ambiental, sino también patrimonial y social.

Foto: Andro Liuben

Sobre la conservación, el uso y la puesta en valor de bienes de patrimonio, los organismos internacionales relacionados con la cultura y la industria del ocio han realizado diversos estudios en las últimas décadas. La idea de sostenibilidad forma parte hoy de cualquier análisis sobre el impulso del turismo en cualquiera de sus manifestaciones o especialidades. «Las directrices para el desarrollo sostenible del turismo y las prácticas de gestión sostenible son aplicables a todas las formas de turismo en todos los tipos de destinos, incluidos el turismo de masas y los diversos segmentos turísticos», llama la atención la Organización Mundial del Turismo.

La cuarenta y una edición de la Feria Internacional de Turismo, FITCUBA 2023, dedicada a Cultura y Patrimonio, comparte el tema y busca experiencias y reflexiones desde cualquier rincón del mundo.

Ferromar

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