Los torcedores cubanos escuchan noticias, novelas, historias… mientras trbajan cada jornada. Foto: Pixabay

En las fábricas de tabaco en Cuba, hay más que torcer y refinar el habano de renombre mundial que luego llegará a manos de experimentados degustadores. Tras el proceso de crear cada habano, se esconde también la magia de historias, narradores, relatos de campo y ciudad, personajes y hasta reseñas de crítica literaria. Son las lecturas que un narrador de profesión realiza en los talleres de torcedura, un trabajo especial y único en el mundo, otro de los ingredientes del mejor tabaco del mundo.

Novelas clásicas, noticias, estudios o citas famosas… Todos los trabajadores esperan este momento del día, y aunque no puedan despegar sus ojos del habano que nace de sus manos entrenadas, cada obrero del tabaco cubano tiene una puerta para la maravilla en cada jornada: sus oídos. Por ahí le llegan las historias del lector del taller, su voz ondulada repartiendo cultura y asombro.

«Los trabajadores tabacaleros respetan muchísimo los horarios de lectura y hacen silencio cuando se va a leer para escuchar y para conocer de antemano, bien temprano todas las noticias. Yo sé que son fieles defensores a que este oficio continúe por los siglos de los siglos», explica Odalyz Lara, una lectora de tabaquería.

En Cuba, la tradición de leer en voz alta existe desde 1865 y en 2012, se la reconoció como patrimonio cultural. Los lectores de tabaquería se adueñan del micrófono para entretener a al público tres veces al día.

Para Francisco Gonzales, ser lector «es un trabajo maravilloso, hermoso» y «único en el mundo», explica al medio Europa News.

Esta práctica se realiza incluso en las fábricas de las marcas de tabaquería cubanas más conocidas, como Cohiba, Romeo y Julieta, Partagas y Montecristo. Los espectadores, que no dejan de trabajar ni en la mejor parte de la historia, se alegran de poder aprender cosas a diario, una tradición que les permite asumir el trabajo diario con un extra de motivación y mucho de superación personal.

Es el caso de Mayra Gallardo, para quien una lectora de tabaco «es un privilegio muy grande». «Que tengas una persona que te enseñe la vida diaria y te instruya, todo lo que es nacional e internacional y el mismo contenido de trabajo que nosotros tenemos».

Los torcedores de tabaco, siempre con la chaveta o cuchilla curva que les sirve para cortar la hoja y luego enrollarla, han demostrado una gran capacidad de aprendizaje, detalla el medio citado. Hay quienes se saben de memoria capítulos enteros de obras clásicas y poesías. Para ellos, los lectores son como un reloj que marca su ritmo.

«Me gustan las noticias porque a veces no tengo tiempo de escucharlas en mi casa, nos mantiene al tanto. Y las novelas, porque nos entretienen, nos relajamos y escuchamos algo más», comenta la trabajadora Yordanka Herrera.

Los cigarros cubanos, considerados como un símbolo del capitalismo opulento, representan una de las principales exportaciones de la frágil economía cubana, aunque Cuba tiene prohibido exportar a Estados Unidos.

Mientras el mercado sigue creciendo en otros lados del mundo, los lectores de tabaquería esperan que el placer por la lectura no desaparezca jamás. Tal vez ese sea uno de los sellos del tabaco cubano, que entre sus ojas aromáticas guarda el secreto de una buena historia.

(Con información de Europa news)

Ferromar

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