
Este 16 de enero, Gibara llega a los 205 años de que en 1817 colocaran la primera piedra de una fortificación sobre la punta de Yarey, donde está la Batería Fernando VII, Monumento Nacional.
La ciudad, localizada en la costa norte de la provincia cubana de Holguín, acumula una historia superior a los dos siglos que se complementa con la denominación de la Villa Blanca.

Su nombre llega del vocablo aborigen Jibá, con una rica historia y cultura propia acorde con el linaje de su fundación, acompañada de un hermoso paisaje.
La urbe recoge el contraste de su patrimonio arquitectónico con el entorno, además de ser uno de los primeros puntos apreciados por el Almirante Cristóbal Colón al avistar lo que él apreció como «la tierra más hermosa».
La fundación del puerto favoreció su esplendor económico, lo cual convirtió a la ciudad en la segunda amurallada de Cuba, pues se hizo necesaria la construcción de fortificaciones militares para la protección de los ataques de corsarios y piratas.

Asimismo, en 1853 fue inaugurada la Iglesia Parroquial de San Fulgencio, lo que fija un hito en los estilos arquitectónicos predominantes en Gibara hasta ese momento.
En efecto, su arquitectura combina los siglos XIX, XX y XXI, con importantes exponentes de cada uno, según criterios de expertos.

Gibara cuenta con un parque principal y la antigua Plaza de Armas de la villa, en cuyo centro presenta una réplica en miniatura de la Estatua de la Libertad, que fue obtenida a través de la recaudación popular de fondos y encargada a escultores italianos.
Esa pieza está dedicada a la entrada de las tropas independentistas al mando del Coronel Cornelio Rojas, el 25 de julio de 1898, como símbolo de la liberación de España.
Destacan también el Parque de las Madres y la Plaza de la Cultura, unido a exponentes del conjunto arquitectónico que la distinguen como el Museo de Artes Decorativas, instalado en la planta alta de una de las construcciones domésticas más significativas del estilo neoclásico de la localidad.
En esa institución se muestra una de las colecciones más importantes de su tipo en Cuba y atesora los vitrales de medio punto más grandes del oriente del país, además de La Iglesia Parroquial y la vieja sede del Casino Español.

A unos 40 kilómetros de la ciudad está Bariay, el punto donde desembarcó Colón el 27 de octubre de 1492, convertido en símbolo del encuentro entre las culturas del Viejo y Nuevo Mundo.
En 2017, durante la Feria Internacional de Turismo, ese territorio fue lanzado como destino turístico, por los diversos atractivos de la urbe marina, donde se conjugan historia, tradiciones, gastronomía, la belleza natural del municipio, el desarrollo de instalaciones con el carisma de sus pobladores.

A propósito del 205 aniversario, el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, participó en las actividades por la celebración y recorrió gran parte de la popular ciudad marina para compartir a su paso por las calles con pobladores de la Villa Blanca de los Cangrejos.



(Con información de Prensa Latina, Juventud Rebelde y Cubadebate)
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