Especial TTC: Plymouth, la ciudad fantasma del Caribe

Por: José Luis Perelló

En las Antillas Menores al sureste de Puerto Rico está la pequeña isla de Montserrat, un territorio británico cuya capital es única en el mundo. Se trata de Plymouth, cuyas calles otrora bulliciosas yacen sepultadas bajo capas de ceniza volcánica de la erupción que la convirtió en la única capital fantasma del planeta.

La isla de Montserrat estuvo habitada por los indígenas arahuacos y caribes. Cristóbal Colón reclamó la isla para España en su segundo viaje en 1493, llamándola Santa María de Montserrat.​ La isla quedó bajo dominio británico en 1632.

Durante más de tres siglos, Plymouth fue el núcleo administrativo, comercial y cultural de Montserrat, una pequeña isla que forma parte de los territorios británicos de ultramar, y en sus tiempos una de las ciudades más influyentes del Caribe. Fundada en el siglo XVII sobre antiguos depósitos de lava, el sitio prosperó como el puerto principal de la isla. Sus calles y edificios albergaban ministerios, comercios, hospitales y la emblemática iglesia de St. Anthony construida en 1636, símbolo de una sociedad que, no obstante las inclemencias naturales, siempre apostó por el renacimiento y la reconstrucción.

La ciudad soportó huracanes y terremotos a lo largo de su historia, resistiendo y reconstruyéndose en varias ocasiones. Con una población de cuatro mil personas en sus últimos años, era el escenario vibrante de la vida política, económica y social de la Isla de Montserrat, ejerciendo influencia sobre el desarrollo del Caribe desde la época colonial y hasta la segunda mitad del siglo XX. Su capacidad de resurgir ante la adversidad cimentó un legado de resiliencia, fundamental en la memoria caribeña.

Plymouth había sufrido catastróficos embates de la naturaleza. Así el 17 de septiembre de 1989, el huracán Hugo arrasó la isla con vientos tan devastadores que el muelle de piedra de 55 metros del puerto quedó completamente destruido, junto con escuelas, centros de salud y el único hospital de la isla.

Todo cambió drásticamente a finales del siglo XX, cuando el volcán Soufrière Hills, inactivo durante siglos, cobró vida. El 18 de julio de 1995 una potente erupción cubrió de ceniza el sur de Montserrat y obligó a la primera evacuación de la ciudad. Según las crónicas, después de siglos de silencio, el volcán Soufrière Hills rugió de nuevo. Una serie de erupciones masivas lanzaron ceniza sobre Plymouth y el sur de Montserrat y la situación se volvió tan peligrosa que el 21 de agosto los residentes fueron evacuados por primera vez.

Aunque algunos pudieron regresar en enero de 1996, la calma fue breve porque el 27 de marzo de ese año, el volcán entró en una fase aún más violenta con flujos de lava, avalanchas de gas, cenizas y rocas incandescentes que amenazaron directamente la ciudad. El 3 de abril, Plymouth sería evacuada por tercera y última vez. Las autoridades fijaron zonas de riesgo y limitaron el acceso a la ahora peligrosa capital a unas pocas horas diurnas y solo con estrategias de escape previamente establecidas. La última vez que los pobladores pudieron entrar legalmente en su ciudad de residencia fue el 16 de junio de 1997, excepto para servicios esenciales.

La devastación se acentuó el 25 de junio de 1997: una erupción masiva acabó con la vida de 19 personas y destruyó por completo el aeropuerto. Entre el 4 y el 8 de agosto, Plymouth quedó sepultada bajo una capa de más de un metro de ceniza y roca, formando un material tan compacto como el hormigón y arrasando casas, comercios y edificios gubernamentales.

La “Royal Navy” ejecutó la evacuación definitiva, mientras el gobierno declaraba la mitad sur de Montserrat como zona de exclusión permanente. En ese punto, la capital había dejado de existir como ciudad habitable, las erupciones y los flujos de lava dejaron la capital reducida a cenizas.

La desaparición de Plymouth generó una crisis social y económica de gran escala, forzando a dos tercios de la población de Montserrat a emigrar, principalmente al Reino Unido. La capital administrativa se trasladó provisionalmente al norte, en Brades, mientras se planeaba la construcción de un nuevo centro en Little Bay. Sin embargo, a pesar de la destrucción, Plymouth se mantiene oficialmente como capital de Montserrat, un estatus que la consagra como la única capital fantasma reconocida en el mundo.

Las ruinas de la ciudad, endurecidas bajo las cenizas desde 1997, evocan recuerdos de las grandes ciudades sepultadas de la Antigüedad. Iglesias partidas, muros ennegrecidos y ventanas a medio cubrir muestran el alcance del desastre. Desde 2015, el acceso solo está permitido en horario diurno y para tareas puntuales, y a pesar de todo, Plymouth sigue siendo un lugar peligroso y vigilado por vulcanólogos.

La destrucción de Plymouth no solo alteró la geografía y la historia de Montserrat y de las Antillas, sino que también sirve como ejemplo de la fragilidad de las sociedades humanas ante las fuerzas de la naturaleza. Más que un recuerdo, Plymouth es una advertencia de la fuerza de la naturaleza y de lo frágil que puede ser el corazón de una sociedad frente a un gigante dormido.

Aunque Plymouth permanece despoblada y cubierta de cenizas, su estatus de capital nacional sigue vigente en la documentación oficial. No existen actividades residenciales, solo incursiones breves autorizadas para tareas específicas. Plymouth es un páramo inhabitable al que solo se puede acceder de día mediante escolta policial, previamente pactado mediante la contratación de paquetes de excursiones para visitar las ruinas de la capital espectral.

La ciudad fantasma representa una advertencia viva y un recordatorio de los caminos impredecibles de la historia natural y social. Hoy en día Plymouth sigue siendo la capital “de jure” oficial, aunque ya solo es una ciudad fantasma.

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