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Medición de temperatura. Foto: Pixabay

Por Frank Martin

El conocimiento profundo y la protección del clima a partir de mediciones rigurosas es ya fundamental para la vida humana y en ese marco es cada vez más crucial para la industria turística mundial.

Debido a ello, la Organización Mundial del Turismo (OMT) dedica cada vez más tiempo, paciencia y dinero para demostrar que respeta y aplica la denominada sostenibilidad ecológica y ambiental, como una necesidad vital.

El significado de esta certidumbre puede encontrarse en cualquier diccionario científico:  se trata no solo de garantizar al desarrollo económico, teniendo en cuenta los aspectos sociales y la protección del medio ambiente son también el futuro de la humanidad.

Con más detalles explican que una situación normal es aquella que «se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos naturales o causar grave daño al medio ambiente “.

Obviamente, medir elementos en el clima es un mecanismo para erradicarlos, si son perniciosos es un asunto de supervivencia.

La OMT ha tomado hace tiempo el asunto en sus manos e inteligencias. En la reciente ITB Berlín 2023, la feria de viajes más importante del mundo que acaba de celebrarse la semana pasada fue tema priorizado.

Por ejemplo, un problema que (literalmente) flota sobre el turismo mundial es el de la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero.

De vital importancia para el sector es el referido asunto, pues el tráfico de viajeros, especialmente pasajeros, genera una proporción de dióxido de carbono (CO2) que exige vigilancia.

Y es que, el CO2 es un compuesto de carbono y oxígeno que existe como gas incoloro en condiciones de temperatura y presión estándar (TPS). Resulta que él está íntimamente vinculado con el efecto invernadero, proceso en el que la radiación térmica emitida por la superficie planetaria es absorbida por los gases atmosféricos y es irradiada en todas las direcciones.

El intenso tráfico de pasajeros puede dejar una inmensa huella global de CO2. Por ello, la OMT está priorizando los métodos y equipos de medición más modernos para evitar tal situación.

Un dato crucial expuesto en la ITB de Berlín es que el sector turístico global es el responsable de 8 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

En Berlín se presentó una metodología y un instrumento gratuito que permite a los hoteles calcular la huella de CO2 en una residencia hotelera en sus instalaciones.

Están ya en el almacén priorizado de la ciencia los sistemas de medición personalizados por empresas multinacionales. Esto significa que muchas empresas están desarrollando sus propias soluciones y existen numerosos instrumentos nuevos que ofrecen un enfoque simplificado.

Los operadores turísticos están aportando instrumentos de ese perfil bien comprobados en su eficiencia.

Un problema aún presente de sostenibilidad ambiental se debe a que aún no hay consenso en cuanto a la inclusión de ciertos medidores en el transporte aéreo internacional.

Esa manera humana de moverse por los aires con combustibles impulsándolos, tan normal como el aire que respiramos, es un causante de tal contaminación.

Al quemar combustibles fósiles, léase carbón, petróleo y gas, se emite a la atmósfera dióxido de carbono (CO2) y otros gases como el metano.

Entonces los gases, lejos de disolverse, se concentran en la atmósfera e impiden que el calor producido por los rayos del sol pueda salir, causando lo que se conoce como efecto invernadero con las secuelas climáticas más abarcadoras y peligrosas.

La más temida secuela en nuestros tiempos es el cambio climático causante, según científicos, de cataclismos que vienen en aumento.

Por tanto, con permiso del lector, este artículo podría terminar como comenzó:

El conocimiento profundo del clima y sus variables por mediciones rigurosas es ya fundamental para la vida humana y en ese marco es cada vez más crucial para la industria turística mundial.

 

 

Ferromar

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