Especial TTC: Los senderos y las actividades turísticas en áreas protegidas

Por: José Luis Perelló

Los recursos naturales y culturales determinan dónde, cómo y qué tipo de actividades se desarrollan, para de esta forma, asegurar que se respeten la capacidad de carga y los recursos naturales y culturales, según la categoría de área protegida.

Un Parque Nacional es una categoría de este tipo que goza de un determinado estatus legal que obliga a proteger y conservar la riqueza de su flora y su fauna. Se caracteriza por ser representativa de una región fitozoogeográfica y tener interés científico. La mayoría de los parques nacionales tienen un doble propósito al ofrecer refugio a la vida salvaje y también como atracción turística surgiendo así lo que se conoce como ecoturismo, en sus distintas modalidades.

Las áreas protegidas poseen recursos naturales y culturales que es necesario resguardar, por ello la planificación y habilitación de circuitos peatonales para el uso público deben contribuir a generar recorridos controlados y seguros, que ayuden a lograr los objetivos de conservación de los recursos, proponiendo formas de diseño y construcción apropiados al territorio.

Los senderos, circuitos o recorridos generan la interacción del visitante con el lugar, unen distintos sectores, facilitando la comprensión del paisaje. Esta relación potencia la valoración del área fortaleciendo el aprendizaje y beneficiando a la sociedad. Los senderos son un producto vital de la experiencia y perfiles del visitante (tipología de senderos), en ellos se pueden realizar diversas actividades según la época del año, permitiendo ofrecer múltiples experiencias y ayudando a la valorización del área protegida.

Los senderos y las actividades turísticas que estos facilitan deben ser consistentes con los objetos de conservación del área protegida. En este sentido, los senderos deben evitar áreas ecológicamente sensibles, tales como corredores ecológicos, sitios de alta sensibilidad y otros. Cuando los senderos crucen áreas sensibles, se deben tomar las medidas necesarias para mejorar la situación, como por ejemplo, trabajos de construcción rápidos, técnicas apropiadas de emplazamientos, mantenimiento o restauración durante cierres estacionales, áreas de amortiguación, información para visitantes, entre otros.

Deben estar lo suficientemente definidos para evitar el acceso, por parte de los visitantes, a zonas de restricción. La delimitación permite reducir la aparición de senderos informales que puedan poner en peligro la conservación del lugar, así como también la seguridad del visitante.

Los senderos facilitan aquellas actividades que contribuyen a dar un sentido de conexión con el lugar. Responden a las necesidades e intereses de los usuarios y pueden potenciar un sentido de crecimiento y realización personal en los visitantes.

La red de senderos debe ofrecer una amplia gama de experiencias. Si bien, la oferta debe coincidir con el público objetivo, la diversificación es una necesidad. Un sistema de senderos que los ofrezca fáciles en las zonas más cercanas a la administración o al Centro de Visitantes y difíciles en sectores más alejados, abre posibilidades para varios tipos de usuarios y evita los conflictos entre ellos.

Los senderos de uso compartido ofrecen múltiples ventajas, incluyendo la eficiencia en los costos de implementación, manutención y la reducción en la cantidad de senderos existentes en un área protegida. Los posibles conflictos entre los usuarios como, por ejemplo, senderos de cicloturismo, cabalgatas y trail running, se pueden abordar y reducir a través de un diseño apropiado de los senderos. Para los senderos de uso compartido, los usuarios con mayor cantidad de requisitos deben dictar las especificaciones del sendero. Si los usos de los senderos son incompatibles, se debe considerar senderos para un solo tipo de uso.

El senderismo es una actividad accesible que implica caminar por senderos bien definidos, mientras que el “trekking” es una versión más desafiante que generalmente tiene más tiempo de duración y puede requerir acampar. El “trail running” implica correr en espacios naturales, a menudo en terrenos con mucho desnivel y algunas dificultades.

En estos últimos años post-covid ha tomado auge el “trail running” que se define como la práctica de la carrera a pie en plena naturaleza. Más que correr en la naturaleza, también interviene el espíritu del sendero. Abrir los sentidos, escuchar a nuestro cuerpo y nuestras sensaciones, sentirnos bien y apreciar el entorno en el que corremos. Un raudal de sentimientos distintos que permitirán practicar deporte en armonía con el medio natural.

Esta carrera por senderos, conocido como “trail running” es un deporte que practican actualmente miles de personas en el mundo; que consiste en correr por circuitos, huellas, rastros, rutas o caminos secundarios, a través de montañas, cerros y montes, cruzando arroyos y ríos, con grandes trepadas y abruptas bajadas. Y puede ser objeto de eventos internacionales organizados en los destinos turísticos.

Las Agencias internacionales para la gestión y conservación de los parques nacionales y áreas protegidas recomiendan los siguientes siete principios:

1. Respetar el carácter del lugar: Los senderos y actividades que se realicen en un espacio natural facilitan el respeto por el valor o el carácter único de las áreas protegidas

2. Respetar los objetos de conservación de los recursos naturales y culturales: Los senderos y las actividades que estos facilitan deben ser consistentes con los objetos de conservación de la unidad. Los recursos naturales y culturales determinan dónde, cómo y qué tipo de senderos se construyen, para de esta forma, asegurar que se respeten la capacidad de carga y los recursos culturales.

3. Facilitar experiencias significativas y agradables: Los senderos facilitan aquellas actividades que contribuyen a dar un sentido de conexión con el lugar. Responden a las necesidades e intereses de los usuarios y pueden potenciar un sentido de crecimiento y realización personal en los visitantes.

4. Promover la valoración y comprensión del entorno: Los senderos ofrecen oportunidades para enriquecer la valoración y comprensión de las áreas protegidas y pueden fomentar el apoyo y la participación en las labores de conservación.

5. Valorar e involucrar a las comunidades locales: La planificación, implementación y manejo de senderos crean oportunidades para la participación activa de senderistas y comunidades locales, respetando los derechos, intereses y valores tanto de los pueblos autóctonos, comunidades locales y de otros actores.

6. Utilizar un enfoque apropiado de diseño y construcción: Un enfoque de diseño y construcción adecuado minimiza los impactos de los senderos en el medio ambiente, mejora la experiencia del visitante y disminuye los costos de construcción y mantención.

7. Garantizar una administración eficiente: La gestión, manutención y monitoreo de los senderos son esenciales para mitigar los impactos en el medioambiente, minimizar su deterioro, garantizar la seguridad y mejorar la experiencia del visitante.

No obstante, ninguna herramienta de planificación general es capaz de incorporar todas las variables existentes en la amplia gama de territorios donde se localizan estas áreas protegidas, que son activos intangibles del país. En este sentido, cada agencia gestora o administradora de áreas protegidas y espacios naturales deberá considerar sus propios principios, pilares y normativas para adaptar estos lineamientos, como documentos que permitirán al país avanzar en técnicas modernas para la conservación de la biodiversidad y el uso sustentable de los espacios naturales protegidos.

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