Especial TTC: El papel del turismo en el desarrollo territorial sustentable
Por: José Luis Perelló
El turismo como actividad económica o como propuesta de valorización social de un geo-espacio, tiene una relación directa con el territorio. Este entendido como ámbito de administración y gestión del espacio geográfico, pero, sobre todo, como construcción social de sentidos y significados, como espacio de vida y como recurso, que son los valores claves del producto turístico como oferta.
La actividad turística debe regir el desarrollo sustentable, no solamente del mal llamado turismo alternativo -de naturaleza o ecoturismo-, sino también del turismo de masas, ese que se hace llamar como de Sol y Playa. El caso no implica desarrollar un turismo ecológico y el otro no, sino ecologizar o ambientalizar toda la actividad turística actual y futura. En otras palabras, el Turismo Sustentable no es un sector turístico, ni siquiera una modalidad turística, sino un objetivo al que deben aspirar todos los tipos y modalidades de turismo y todos los sectores y comunidades implicados en su desarrollo.
La aplicación de un modelo de turismo basado en el desarrollo local sustentable implica flexibilidad para adaptarse a los cambios del mercado, uso de métodos y tecnologías ambientalmente aceptables e integración de las comunidades locales al desarrollo, lo que posibilitará al turismo funcionar con rentabilidad, pero no solo a expensas de los recursos y del patrimonio natural y cultural del territorio y siguiendo un modelo de gestión de los recursos con una perspectiva estratégica.
La sustentabilidad del turismo se define de acuerdo con las diferentes condiciones políticas, económicas, socioculturales y ambientales, en las cuales los diferentes municipios y territorios turísticos se implantan y desarrollan. En este sentido, el concepto de sustentabilidad en el turismo está ligado a tres factores importantes: calidad, encadenamiento y equilibrio; que representa trabajar en el sentido de proteger el medio ambiente, los recursos naturales y culturales de un territorio específico, con la perspectiva de un crecimiento económico constante, equitativo y compartido.
Frente al desarrollo de las políticas para un turismo sustentable, el valor de los instrumentos de ayuda en la toma de decisiones y la gestión medioambiental ha sido confirmado, en la agenda de decenas de reuniones mundiales y regionales.
Entre las condiciones de implementación del desarrollo del turismo local o territorial sustentable al nivel de la Política Pública, son diversos los desafíos que hay que tener en cuenta sobre el funcionamiento y el alcance de los procesos de planificación entre los que se incluyen:
Enfoque holístico: implica la necesidad de adoptar una perspectiva multidisciplinaria de la planificación, que equilibre los factores políticos y científico-técnicos, además de consolidar la participación social.
Escala contextual: involucra la necesidad de tener en cuenta el contexto político y socioeconómico, el nivel territorial y el tipo de entorno geográfico.
Gestión integrada del territorio: referida a la coordinación de los usos del espacio físico y la regulación de los conflictos de uso y de las actividades no apropiadas o incompatibles.
Iniciativa endógena: reconocer la importancia del nivel comunitario local en el diagnóstico de las problemáticas y sus posibles soluciones para el desarrollo, bajo los principios de sustentabilidad más operacionales o eficaces.
Planificación a largo plazo: se refiere al conjunto de decisiones y planes en el mediano y largo plazo como horizonte temporal, atendiendo a la igualdad intergeneracional.
Diálogo y transparencia: la capacidad de los decisores en el proceso de planificación, incorporando la visión de los implicados y reconciliando los intereses bajo un consenso social.
Coordinación de políticas: implica la conciliación de los objetivos de desarrollo turístico con los planes y objetivos de los demás sectores de la economía y la sociedad.
El territorio es el ámbito de convergencia donde se materializan las Políticas Públicas con diferentes escalas, articulándose en mayor o menor medida con las demandas locales, en función de una adecuada autonomía y descentralización. En primer lugar, es necesario reconocer que el ciclo económico territorial y su evolución es la identificación de potenciales focos, nodos o centros territoriales innovadores y generadores de cambios, que arrastran a los distintos factores de forma selectiva: a unos con más intensidad y a otros de manera marginal, dejando algunos totalmente excluidos. Además, estos encadenamientos operan por medio de procesos de expansión espacial que poseen patrones característicos, según cada territorio.
Estos focos espaciales innovadores y generadores de cambios, como por ejemplo la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, en Artemisa, Cuba; impulsan los encadenamientos asumiendo las diversas configuraciones territoriales y se comportan de distinta manera según propósitos específicos. Esto implica la necesidad de identificarlos como nodos de innovación, clústeres e incluso zonas urbano-rurales de alta significación para el turismo, como Viñales, en Pinar del Río, considerando las ventajas y los atributos característicos que los convierten en un espacio singular propicio para la innovación y el cambio económico.
Actualmente, el concepto de desarrollo va perdiendo su carácter estrictamente cuantitativo, material y objetivo para transformarse en un concepto menos cuantificable, más intangible y subjetivo y, por consiguiente, más complejo y multidimensional. En esta dirección, la concepción del desarrollo económico local, o el desarrollo territorial entendido, para muchos, como desarrollo municipal, parecen opacar otras opciones restringiendo lo endógeno a lo intramunicipal, y obstaculiza la búsqueda de distribuciones intermunicipales, en la cual se pone de manifiesto la efectiva complementariedad productiva y la solidaridad territorial.
El desarrollo local es un proceso endógeno registrado en pequeñas unidades territoriales y asentamientos humanos, capaz de promover el dinamismo económico y la mejora en la calidad de vida de la población, percibido como estado de bienestar. Estos procesos se originan gracias a la utilización eficiente del potencial económico local. Las formas de organización productiva, las estructuras familiares y tradiciones locales, la estructura social y cultural y los códigos de valores de la población; condicionan los procesos de desarrollo local.
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