Especial TTC: El legado inca de Ecuador, un atractivo del turismo arqueológico

Por: José Luis Perelló

En el sur de Ecuador, a unos 3200 metros sobre el nivel del mar, se encuentra “Ingapirca”, un complejo arqueológico considerado el sitio precolombino más relevante del país. Sus estructuras, como el Templo del Sol, revelan la relación espiritual y estratégica de estas civilizaciones con los Andes. Este lugar, cuyo nombre significa “Muro del Inca” en kiwcha, representa un vestigio fundamental para comprender la interacción cultural entre los pueblos cañaris e incas en los Andes. El sitio se destaca por su arquitectura, por su importancia en la cosmovisión indígena y su rol en el desarrollo del Tahuantinsuyo, el imperio inca.

El Ministerio de Turismo y la Dirección Técnica Provincial de Cañar, trabajan diariamente en estos destinos para rescatar el turismo arqueológico y de esta manera dar a conocer al mundo la riqueza cultural que posee el Ecuador, además de la amabilidad de su gente y de su forma de amar la vida, fomentando un turismo consciente.

El arribo de los incas a esta región ocurrió en el siglo XV, durante el gobierno del Inca, Túpac Yupanqui. A pesar de la resistencia inicial de los cañaris, el intercambio cultural y la integración se volvieron inevitables. Ingapirca entonces se transformó en un punto estratégico tanto militar como religioso para los incas, quienes adaptaron las edificaciones existentes al estilo de su arquitectura monumental.

El principal atractivo de Ingapirca es el Templo del Sol, una estructura ovalada construida con bloques de piedra cuidadosamente tallados y ensamblados. Este tipo de construcción, característico de la arquitectura inca, se basa en la técnica del “sedimento seco”, donde las piedras encajan perfectamente sin necesidad de mortero. Los estudios sugieren que esta precisión arquitectónica tenía fines tanto prácticos como simbólicos, al resistir terremotos y reflejar la conexión espiritual con la tierra.

El Templo del Sol servía como un espacio ceremonial dedicado a Inti, el dios del Sol, una de las deidades más importantes en la cosmovisión originaria. Su orientación permite que, durante los solsticios, la luz solar ilumine ciertos puntos clave de la estructura, lo que refuerza su carácter ceremonial y su relación con el calendario agrícola. A su alrededor, otras construcciones muestran un uso variado, desde viviendas y almacenes hasta espacios administrativos.

Para los cañaris, el sitio ya tenía una relevancia espiritual antes de la llegada de los incas, pues estaba asociado con la Pachamama, la madre Tierra, y los ciclos agrícolas. En cambio, los incas, al adaptar Ingapirca a sus necesidades, mantuvieron varios elementos de la tradición cañari, incorporando sus deidades y rituales al sistema religioso. Este sincretismo se evidencia en los restos arqueológicos y en las tradiciones orales transmitidas por las comunidades indígenas cercanas, que aún reconocen al complejo como un lugar sagrado.

Las excavaciones han revelado fragmentos de cerámica, herramientas agrícolas y restos humanos que ofrecen pistas sobre las prácticas cotidianas y los rituales de sus habitantes. Además, el análisis arquitectónico ha permitido confirmar que el Templo del Sol fue construido en diferentes fases, mezclando técnicas cañaris e incas.

Actualmente, Ingapirca es administrado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural de Ecuador, que trabaja en la conservación de sus estructuras y en la promoción de su valor histórico y cultural.

El Complejo Arqueológico Ingapirca representa mucho más que un vestigio del pasado y trasciende su contexto arqueológico. Este sitio es uno de los destinos turísticos más visitados en Ecuador y atrae a miles de visitantes interesadas en aprender sobre las culturas precolombinas de los Andes. Su estudio y conservación no solo contribuyen al entendimiento de las culturas cañari e inca, sino que también fomentan el reconocimiento de la diversidad cultural y la riqueza histórica de Ecuador. Para las comunidades autóctonas, el sitio sigue siendo un espacio de memoria y resistencia, un recordatorio de su legado y de su conexión con la tierra.

Este complejo es conocido como “El Castillo” y fue una fortaleza, templo o adoratorio de los cañaris –incas. Está constituido por el Intihuaicu o quebrada del Sol, la Quillahuaicu o Quebrada de la Luna, el Ingañahui o Cara del Inca y el Museo de Ingapirca.

El conjunto arqueológico Cojitambo ubicado al oeste de la ciudad de Azogues, en la parroquia del mismo nombre, está conformado por un extenso complejo de ruinas que incluye una traza cañarí – inca, con varias estructuras de piedra que se distribuyen alrededor de una plaza central. El Complejo tiene tres conjuntos, los cuales se articulan con el camino del Inca que pasa por la base del cerro.

El primer conjunto es una plaza con un uso central en forma de “U”, con esquinas redondeadas abiertas hacia el este, en este sector existe además un pozo con una escalita de tres peldaños para descender. El segundo conjunto presenta una amplia terraza habitacional y está flanqueada por los basamentos de vivienda de forma semielíptica. Mientras que el tercer conjunto, incluye una estructura rectangular de dos ambientes, 6 andenes de contención, 5 basamentos de vivienda, 4 escalinatas y un espacio delimitado por un muro curvo.

Como oferta turística está en marcha un moderno tren (autoferro) que recorre 3,5 km de rieles recuperados. La “Plaza de la Estación”, testigo del período ferroviario en el sur del país, hoy reconstruido en su totalidad, acoge al visitante y lo traslada en autoferro hasta las ruinas arqueológicas donde las culturas locales muestran la riqueza de sus artesanías tradicionales y urbanas en objetos bien logrados como ponchos, bordados y joyas en oro y plata.

Entre los principales atractivos turísticos del complejo incluyen:

–  Museo Arqueológico in situ. Los visitantes deben comenzar en un pequeño museo cerca de la entrada de Ingapirca. Este exhibe una colección de cerámica cañari e inca, herramientas, esculturas, ropa tradicional y un esqueleto encontrado en una tumba en el sitio.

–  Templo del Sol. Ingapirca está dominada por esta espectacular construcción elíptica, el tramo mejor restaurado y más fotogénico del yacimiento arqueológico de Ingarpica. El templo Inca fue construido sobre una antigua roca ceremonial Cañari, siendo el mejor lugar para apreciar las maravillas de la mampostería inca.

–  Antigua Tumba Cañari. Otra parte interesante de Ingapirca es el tumba cañari, donde se encontraron enterrados una sacerdotisa y 10 de sus sirvientes. De acuerdo con las antiguas prácticas funerarias, tras la muerte de una figura social principal, los sirvientes serían enterrados vivos junto con el cuerpo.

–  Casa de los Elegidos (Acllahuasi). Este sitio se encuentra junto al Templo del Sol donde vivieron y estudiaron las Vírgenes del Sol. Las vírgenes eran mujeres hermosas, jóvenes y puras a las que se les enseñaba a bailar, bordar, tejer y cocinar bajo estricta supervisión. Sus deberes podrían haber incluido el entretenimiento de los incas visitantes de alto rango, así como actos de importancia ritual y ceremonial. Es muy posible que las vírgenes también fueran sacrificadas al sol, lo que en la época se consideraba un honor especial.

–  El Rostro del Inca (Cara del Inca). En una gran formación rocosa, está el famoso Rostro del Inca. Dando un corto paseo desde el complejo principal, los visitantes encuentran un acantilado, con una formación gigante que se asemeja a un rostro inca humano. Algunos afirman que los Incas eligieron este sitio para construir su Templo del Sol en la creencia de que el Inca gigante los vigilaría y protegería de cualquier daño.

 

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