República Dominicana visibiliza sus destinos ante el mercado estadounidense. Foto: Pixabay

por Frank Martín

En medio de una restauración que avanza ante los obstáculos de la aún riesgosa pandemia mundial, el Caribe ha lanzado una campaña turística no solo sobre su inmenso mar tropical, sino también sobre sus playas, bosques y volcanes y sus tradiciones.

La región ya se está abriendo gradualmente a sus visitantes de todo el mundo.
Una información común de las islas son las de los cruceros que actualmente ofrecen viajes extraordinarios, y los aeropuertos internacionales ya abiertos, cómodos y seguros.

Las empresas hoteleras más grandes del planeta, en coordinación con gobiernos y empresarios, pusieron en marcha innovaciones que mezclan la diversión con el cuidado de la salud y programas inteligentes listos para no perturbar las vacaciones de los turistas.

Las playas del Caribe rejuvenecen en el sentido más preciso del enunciado. En México, por ejemplo, país con extensa costa turística caribeña, la Secretaría de Turismo (Sectur) anunció una millonaria inversión para la recuperación de zonas de playa en el Atlántico, entre otras en la isla de Cozumel.

Allí se anuncia el uso de dragas para extraer arena de los bancos marinos ubicados en cada una de las cuatro zonas, previa autorización del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. La arena se verterá masivamente en las áreas costeras para ser rehabilitadas.

Un proceso similar se inició en Cuba hace meses y en medio de la epidemia, aprovechando las ausencias forzadas de los turistas. En la playa de Varadero, promocionada como la más bella de la isla, se solucionaron los problemas de erosión de las costas.

Incluso se demolieron estructuras de hormigón que limitaban el funcionamiento natural de la playa, se construyeron defensas costeras.

Las playas del Caribe son joyas para las islas y para los turistas visitantes.

Se calculan decenas de destinos únicos con arena blanca. En estos lugares se pueden encontrar grandes olas para “surfear” y también aguas tranquilas para buceadores.

El surf, la vela, el buceo, el windsurf, el nado con delfines y el avistamiento de ballenas en su entorno natural vuelven a ser escenarios cotidianos del Caribe.

En las islas de origen británico se anuncia una ofensiva a favor del encanto caribeño lanzada por los duques de Cambridge. Se dice que William y Kate están de gira por las Bahamas, Jamaica y Belice.
No se escatiman esfuerzos para volver a la senda del turismo.

La región del Caribe tampoco es precisamente aburrida cuando se trata de mercados y oportunidades de compras.

Definitivamente también son extraordinariamente atractivos en términos de exuberantes bosques tropicales que albergan cientos de especies de plantas y aves.

Las actividades deportivas también participan en esta compleja recuperación. Campos de golf, establos de caballos y béisbol ya están esperando al turismo.

La comida caribeña es un elemento ganador en la industria del entretenimiento. Además de las tradiciones de cada isla, en ella se encuentran la mesa europea, árabe e incluso africana.

Las cadenas volcánicas de Antigua, Barbuda y Anguila son un regalo único. También los paisajes coralinos.

Las Antillas Neerlandesas incluyen Aruba, Bonaire, Curacao, Saba, Sint Eustatius y Saint Maarten. Estas islas holandesas son conocidas por sus excelentes playas y algunos de los arrecifes mejor conservados de la región. Gran parte de la influencia holandesa todavía es visible en las islas, incluida su moneda, comida y casas a dos aguas pintadas en colores pastel.

El Caribe ya está atendiendo a los visitantes y a pesar de la larga pandemia los está atendiendo bien y con recursos de seguridad sanitaria estudiados.

Ferromar

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