Esculturas por las calles de La Habana

Foto: Archivo TTC

Por Josefina Pichardo

Puede sorprender al visitante la estatuaria de La Habana, evocación a próceres, reconocidas personalidades universales o personajes locales, obras de arte que identifican una cultura ancestral devenida atributo turístico del destino.

Esculturas por las calles de La Habana

Foto: Diego Grandi

La primera referencia sobre una imagen fundida en La Habana constituye hoy su propio símbolo: la Giraldilla, grácil figura femenina que porta en una mano la Cruz de Calavatra y rememora la historia de amor de Doña Inés de Bobadilla en perenne vigilia por el retorno de su esposo, Hernando de Soto –entonces gobernador de la Isla–, quien fuera enviado al frente de una expedición en la Florida y nunca regresó de esa contienda. Jerónimo Martín Pinzón es el autor de esa veleta forjada en bronce, de más de un metro de altura; colocada, entre 1630 y 1634, en la cúspide de la torre del Castillo de la Real Fuerza, indicaba a los barcos la dirección del viento –lo que vemos actualmente es una reproducción, la original se exhibe en el Museo de la Ciudad, antiguo Palacio de los Capitanes Generales.

Foto: cortesía Mintur

Del siglo XIX destaca, al final del Paseo del Prado, Fuente de la India, inaugurada en 1837: uno de los más exuberantes conjuntos monumentales de la etapa colonial, en mármol blanco de Carrara, del italiano Giusseppe Gaggini, donada por el Conde de Villanueva con el propósito de decorar el entonces llamado Paseo de Isabel II.

Del Prado habanero, un poco de historia

Parque Central.

En las primeras décadas del XX se erige, en 1905, centrando el Parque Central, la emblemática efigie del Apóstol José Martí, de 10 metros de altura y 36 toneladas, primera levantada en Cuba en su homenaje, a quien la creación del maestro José Vilalta de Saavedra muestra en actitud de dirigir la palabra con su brazo derecho extendido.

De ese periodo data el Parque de la Fraternidad, construido en 1928 con ocasión de la VI Convención Panamericana, donde yacen varios bustos de próceres de la independencia americana, como Abraham Lincoln, Simón Bolívar, Benito Juárez, José de San Martín y otros.

Durante el pasado siglo, Rita Longa Aróstegui merece especial mención por el aporte de casi una treintena de obras a sitios turísticos, plazas, museos, teatros, hospitales, iglesias e instituciones de la capital. Su primer monumento público se encuentra en la plazoleta del Túnel de la Bahía: Fuente de los Mártires, modelada en mármol, en 1947.

Tal vez la más universal de Rita Longa sea Ballerina, nívea y estilizada danzarina en puntas, labrada en piedra fundida, devenida símbolo del mundialmente famoso cabaret Tropicana, asentada allí desde el 31 de diciembre de 1949.

Se le debe a Rita, además, Grupo Familiar, simpática instalación de bronce (1947) que representa una familia de venaditos, a la entrada del Jardín Zoológico de La Habana; Virgen del Camino, en bronce (1948), en la encrucijada de San Miguel del Padrón; y Muerte del Cisne (1960), perpetua evocación a la danza, en piedra, sobre los jardines del Teatro Nacional.

Arte italiano en La Habana

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso celebra sus 182 años

Foto: alexat25/123RF

Capítulo aparte en esta retrospectiva para el amplio y diverso legado del arte italiano en la escultórica habanera. La fachada principal del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” (edificio inaugurado en 1914) exhibe cuatro imágenes que evocan la Beneficencia, la Educación, la Música y el Teatro, del artista Giuseppe Moretti.

Su coterráneo Doménico Boni esculpió la estatua ecuestre (1916), fundida en bronce, del Lugarteniente General del Ejército Libertador Antonio Maceo, emplazada en el Malecón, frente al hospital Hermanos Ameijeiras.

Foto: Dmitrii Melnikov/123rf

La impronta italiana está igualmente en la gigantesca Estatua de la República, ubicada a la entrada del emblemático Capitolio de La Habana: construida en Roma y esculpida por Angelo Zanelli, representa a una mujer joven con túnica y casco, escudo a su diestra y lanza a siniestra. Fundida en bronce y revestida en oro, mide 14 metros de altura y se considera la tercera bajo techo del mundo; está montada sobre un pedestal de bloque macizo de mármol ónix y el conjunto monumental, inaugurado en 1929, pesa 50 toneladas.

Zanelli es autor, asimismo, de las dos efigies El Trabajo y La Virtud Tutelar que escoltan la inmensa escalinata que conduce al pórtico del propio Capitolio. Las tres referidas esculturas de su autoría fueron totalmente restauradas, al igual que la edificación, con vistas a la celebración de los 500 años de La Habana.

Por la barriada de El Vedado, la Avenida de los Presidentes o Calle G se abre con uno de los más magistrales monumentos capitalinos (1936), diseñado por el italiano Giovanni Nicolini, alegórico a las antiguas seis provincias cubanas, la libertad, la historia, el tiempo, la paz y el derecho.

También de Italia resalta un nombre de obligada mención: Aldo Gamba. Este célebre artista dejó su sello en la estatua ecuestre, en bronce (1935), del Generalísimo Máximo Gómez, uno de los más prominentes próceres de las guerras independentistas, situada a la entrada del Túnel de la Bahía; y en la delicadísima escultura Fuente de las Musas, bella combinación de bailarinas, juegos de agua y colores, presta a dar la bienvenida a Tropicana, noche tras noche, desde 1952.

Foto: cortesía Mintur

La Habana es un balcón al litoral, varias son pues las historias esculpidas que miran al mar, de las cuales sobresale el descomunal Cristo de La Habana, de 15 metros y 320 toneladas de mármol blanco de Carrara, modelado en Italia y realizado por la cubana Jilma Madera. Inaugurado el 25 de diciembre de 1958, domina la bahía desde la cima de la Loma de la Cabaña, al fondo de la homónima fortaleza, a 79 metros sobre el nivel del mar.

Testigo sin igual de la historia más reciente es la estatua en mármol blanco de José Martí, erigida en la Plaza de la Revolución: sentado y caviloso, de 18 metros de altura y 700 toneladas, esculpido in situ (1959) por Juan José Sicre. Se halla al pie de un obelisco de 113 metros, a manera de torre estrellada piramidal, conformado en hormigón y recubierto con mármol de la Isla de la Juventud, en cuya cima está el mirador más alto de La Habana, a 139 metros sobre el nivel del mar.

Estatuas amigas

La Habana, ya rica en sí de tradición escultórica, se ha visto reanimada en este siglo XXI por varias estatuas en tamaño natural, insertadas plenamente en espacios públicos, compartiendo con lugareños y visitantes, que se le deben al destacado escultor cubano José Ramón Villa Soberón.

Sin dudas, de gran impacto ha sido Lennon en La Habana (2000), en el parque de las calles 17 y 6, en El Vedado. Conformada en bronce, muestra al célebre compositor inglés integrante de los legendarios Beatles, sentado con elegante pose en un banco; no son pocos los que asumen el rito de sentarse a su lado, depositarle una discreta flor o simplemente fotografiarse con él.

Muy popular también el Caballero de París (2001), en la acera de la Basílica Menor de San Francisco de Asís, reproducción en bronce del pintoresco y legendario Caballero que recorría portales y calles de La Habana desde los años 50, supuestamente vestido a la usanza de los salones franceses, cubierto con capa negra tristemente mellada al paso del tiempo. Habaneros y turistas se detienen frente al ilusorio noble para tomarse fotos, acariciar su barba, dejarle una flor o rememorar con nostalgia sus andares por la urbe.

Foto: Archivo

De su autoría es asimismo Ernest Hemingway (2003), en bronce, sentado en su banqueta favorita del Floridita, acodado en la esquina de la barra donde solía compartir con sus invitados en franca tertulia; inmortaliza su preferencia por el daiquirí de ese bar restaurante, a cuya universal fama mucho ha contribuido la figura del Nobel estadounidense.

Otras piezas de Villa Soberón son: Madre Teresa de Calcuta (2003), sentada en el jardín de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís; y Homenaje a Antonio Gades (2007), recostado a una columna en la Plaza de la Catedral.

Mas recientemente, y gracias a la colaboración con Polonia, en la Plaza de San Francisco de Asís reposa en un banco la imagen del compositor Federico Chopin, acompañado de visitantes dispuestos a descansar a su lado. Ubicada allí en 2010, cuando se conmemoraron doscientos años de su natalicio, es un regalo del escultor polaco Adam Myjak, y muestra al gran músico y maestro ya enfermo, en los últimos tiempos de su existencia.

La propia plaza exhibe La Conversación, obra de arte de forma abstracta diseñada por el artista francés Étienne Pirot e inaugurada el 25 de mayo de 2012. Donada por el italiano Vittorio Perrotta, esta pieza de bronce presenta a dos personas conversando; se dice que es de las más fotografiadas de La Habana.

En 2017, fue trasladado a la intersección de 5ta Avenida y Calle 146, en Miramar, el monumento ecuestre al Mayor General Calixto García Iñiguez, héroe de las guerras de independencia de Cuba. La obra, de los estadounidenses Félix W. de Weldon y Elbert Peets, escultor y arquitecto, respectivamente, había permanecido por más de 55 años en su ubicación original de G y Malecón, donde sufrió los embates del huracán Irma, por lo que fue recolocada en su actual emplazamiento.

Foto: Dmitrii Melnikov/123rf

Una réplica exacta y única de la estatua ecuestre de José Martí que se halla, desde 1950, en el Parque Central de Nueva York, fue emplazada en el Parque Plaza 13 de Marzo (frente al Museo de la Revolución), el 28 de enero de 2018. La original, esculpida en bronce por la artista estadounidense Anna Hyatt Huntington, refleja al Apóstol en el instante de su caída; la reproducción fue traída a Cuba debido al esfuerzo de instituciones y amigos de la Isla en ese país, especialmente por el apoyo del Museo del Bronx y la Alcaldía de Nueva York.

Autores consultados en la retrospectiva histórica hasta el siglo XX: Raida Suárez, Carmen R. Alfonso, Carmen Miret, Eduardo Suárez, Gustavo Eguren y José Luis Curbelo.

Ferromar

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