Especial de TTC: El turismo mundial vigila a los revoltosos

Foto: kzenon/123RF

Por Frank Martin

Servicio de TTC.- Los destinos turísticos en todo el mundo aspiran cada vez más a que los visitantes traigan ingresos y empleos, pero están decididamente en contra de los abusos que, con frecuencia, llevan a conductas incivilizadas a algunos de sus huéspedes.

En las grandes ferias de turismo el tema es cada vez más recurrente.

Los asistentes a la Feria de Turismo FITUR en Madrid ya escucharon ejemplos.

Se estudiaron casos desde turistas que encuentran como diversión principal individual el consumir bebidas alcohólicas hasta los que llegan a conductas más siniestras como la búsqueda de sexo a toda costa, el abuso de drogas e incluso experiencias peligrosas como sería lanzarse a una piscina desde un alto piso de un hotel.

En Europa se acusan cada vez más a menudo mutuamente de los visitantes revoltosos. Pero esa práctica no resuelve el problema.

Y la están sustituyendo por rigurosas regulaciones de conducta.

En las islas Baleares, en España, ya están vigentes algunos reglamentos.

Los códigos de comportamiento han colocado sobre los potenciales infractores la posibilidad de multas y sanciones más severas.

Así alguien que tomó demasiado y por ello perdió el ritmo de su comportamiento causando daños al entorno pueden enfrentar multas de hasta 600.000 euros.

La cifra puede verse como exagerada, pero no lo es si además de causar destrucción a inmuebles, habitaciones o a instalaciones públicas esas actitudes causan una caída del prestigio del lugar en que ocurrió.

Especialistas en la industria global del turismo subrayan que cualquier destino del mundo está expuesto a estos problemas.

Por tanto, ha surgido la necesidad de limitar las normas del llamado libre mercado, entre otras una que señala que «el cliente siempre tiene la razón».

Es ya primordial garantizar el orden público, la salud pública, la protección de los derechos, la seguridad y la salud de los consumidores y de los destinatarios de los servicios públicos.

Las ovejas descarriadas entre los turistas suelen ser peligrosas y dar la reputación a un lugar tan tenebrosa que solo las ovejas descarriadas los frecuenten.

Estudios por todo el mundo hablan de establecimientos hoteleros, bares y barcos que han permitido excursiones para consumir alcohol como único reclamo.

Debe advertirse que los llamados mercados emisores no suelen tener piedad cuando los destinos turísticos no andan bien, incluso cuando un nivel de tolerancia momentáneo ofrece un prestigio mediocre de largo plazo.
Por ejemplo, varios destinos del Caribe han llevado una carga de culpabilidad sobredimensionada cuando la violencia ha causado algún triste acontecimiento o la casualidad les ha dado la reputación de ser asesinos de turistas.

Una «prensa sensacionalista» puede convertir una ciudad e incluso un país en un lupanar, «levantando» incidentes sobre los cuales no se conocen los verdaderos motivos.

En épocas de turismo excesivo son los destinos turísticos los que están expuestos si no aplican reglamentos que nunca van a afectar a turistas que solo quieren pasarla bien sin faltar a las normas sociales.

Una buena cantidad de turistas anuales es lo que desea cualquier nación que vive de esa industria.

El exceso es otra cosa. Suele ser peligroso.

Son conocidos y recientes los casos de Ámsterdam, Venecia, en 2019 a los que las multitudes de vacaciones dejaron de convenirle.

Las críticas y quejas de los lugareños llegaron lejos.

El gobierno local de Dubrovnik, Croacia, ya es famoso por su insistencia.

Tuvo la audacia de limitar en 2019 la entrada de cruceros a dos por día.

Durante el mismo año promovió una prohibición de acabar con las mesas de restaurantes al aire libre. Se anunció que la medida será aplicada en 2020.

También esa ciudad limitó los espacios de parqueo para todo tipo de vehículo.

Los destinos turísticos que actúan contra el turismo excesivo esperan que ello ayude a combatir a los «revoltosos» y al mal estado de ánimo de los lugareños.

Pero lo especialistas sostienen que sin reglamentos duros contra quienes violen normas poco importa que disminuya el hacinamiento.

Las reglas pueden ser de vida o muerte.

Ferromar

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