Foto: Gewoon/Pixabay.

Les llaman «Las Islas ABC». Tres letras que representan las iniciales de tres islas paradisiacas del Caribe: Aruba, Bonaire y Curacao; tres pedacitos de tierra repletos de razones para encabezar cualquier lista de destinos vacacionales en la región para aquellos amantes de los cocoteros y el máximo relax.

En una ocasión, Travel Trade Caribbean te propuso un acercamiento a la primera de ellas, Aruba, la isla feliz, y ahora te convida a indagar en los disímiles atractivos de Bonaire, donde también cierta dosis de azul y verde se funden en un paisaje de ensueño y de pura vida.

Tras la disolución de las Antillas holandesas en 2010, Bonaire adquirió el estatus de municipalidad especial integral de los Países Bajos; y en consecuencia, miembro de los países y territorios de ultramar de la Unión Europea (RUUE). La capital de la isla se encuentra en Kralendijk, única ciudad de la isla.

Foto: Falco/Pixabay.
Foto: Falco/Pixabay.

Devenida destino imprescindible en la hoja de ruta de buena parte de los cruceros que navegan por esta cálida esquina del planeta, Bonaire es dueña de un clima mucho más seco, lo que hace que su vegetación sea más peculiar y abunden landas y cactus, en lugar de espesos bosques húmedos de estilo tropical. Una característica que sin dudas la distingue de entre el resto de las islas caribeñas.

Foto: Artepix/Pixabay.
Foto: Atsme/Pixabay.

En Bonaire el viajero podrá encontrarse con los flamencos rosados de las salinas de Pekelmeer, que ocupan un cuarto de la zona meridional del territorio; o las iguanas y los papagayos endémicos presentes en del parque natural Washington-Slagbaai.

Foto: Dassel/Pixabay.

Sus cristalinas aguas abundantes de peces tropicales de colores y una hermosa barrera coralina invitan a la práctica del buceo en todas sus disciplinas. La combinación de magníficas playas turquesas y la óptima infraestructura turística hacen que el  abanico de opciones para las actividades náuticas sea notablemente amplio.

Otra particularidad de la isla lo constituyen sus lagunas y sus calas, un medio perfecto para la extracción de la sal; de ahí que el visitante curioso podrá ir también tras suigéneris montañas blancas en medio de marismas y lagunas. Un espectáculo posible gracias a que el agua de mar, canalizada en cuencas poco profundas, se evapora por la acción del sol y produce la preciada sal.

Foto: Falco/Pixabay.
Foto: Gewoon/Pixabay.

Ferromar

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