Por Marina Menéndez Quintero
Aunque el alza en el precio del petróleo esté dañando a las naciones importadoras de la región junto al aumento de la inflación, expertos en finanzas señalan que el área latinoamericana y caribeña podría salir con ganancias de esta coyuntura, más allá de la que obtendrán sus países exportadores de crudo.
Hay buenos augurios desde el Banco Europeo de Inversiones (BEI) si todos piensan como su vicepresidente, Ricardo Mourinho Félix, quien ha afirmado que el Viejo Continente tiene que mirar «hacia el otro lado del Atlántico», específicamente hacia América Latina, como alternativa frente a los conflictos existentes.
Sin embargo, no se trata solo de solventar ahora la escasez de combustible debido a las tensiones en Europa del Este, lo que obligará a muchos a buscar nuevos suministradores.
La visión de Mourinho es de largo plazo y exhorta a las naciones europeas a diversificar no solo la fuente de donde les llega el petróleo y el gas sino, también, el tipo de energía.
Ello representaría fomentar el cambio de matrices energéticas, y el BEI parece estar predicando con el ejemplo. Ese organismo concedió un préstamo de 200 millones de dólares a la empresa eléctrica Neoenergía, subsidiaria de la española Iberdrola, para financiar plantas de energía renovable en Brasil.
No es la única esfera en que se perciben cambios con respecto en la mirada de la Unión Europea (UE) hacia la región.
Apremiada por las circunstancias generadas por los conflictos, la UE ha flexibilizado por seis meses los requisitos fitosanitarios para importar maíz de Argentina y Brasil con vista al alimento del ganado, lo que ha generado ya un movimiento favorable hacia sus bolsas financieras.
Según la sección Invertia del sitio web El Español, los expertos han detectado grandes flujos de dinero en las últimas semanas, destinados a las compañías relacionadas con las materias primas de la zona. Pese a que su potencial de revalorización podría haberse agotado en el corto plazo, dijo la nota, la región cuenta con «otros sectores punteros» que podrían beneficiarse de esta tendencia y tomar el relevo en las subidas.
También los expertos de la firma alemana Allianz Global Investors Fund estiman que se debe invertir en materias primas, energía o metales para diversificar las carteras con respecto a los activos tradicionales, y recomiendan hacerlo «de forma activa y con miras amplias».
Ellos pronostican que la demanda de minerales como litio, cobre y aluminio, que producen varios países de la región, se multiplicará por siete en los próximos años a causa de la transición energética, y por la demanda de nuevas tecnologías.
Si los consejos se convirtieran en tendencia, en América Latina y el Caribe podrían respirar aliviados.
El más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre la Inversión Extranjera Directa (IED), emitido en agosto pasado, mostró que ese índice descendió en todo el mundo durante 2020, como resultado de la Covid-19.
Esa disminución fue particularmente notoria en la región, donde la pandemia ocasionó un fuerte impacto negativo en las inversiones de las empresas transnacionales con el ingreso de apenas 105 480 millones de dólares por ese concepto, lo que representó unos 56 000 millones de dólares menos que en 2019.
De esta forma, en 2020 se alcanzó el valor más bajo de la última década en IED en América Latina y el Caribe, con un descenso interanual solo comparable al de 2009, cuando las entradas se redujeron un 37,1 por ciento, señaló la Cepal.
Además, el efecto de la pandemia en las IED fue mayor que su impacto en el PIB, lo que determinó que la participación de las inversiones extranjeras en el Producto Interno Bruto fuera únicamente del 2,5 por ciento en 2020, un punto porcentual menos que lo alcanzado en el transcurso de la década iniciada en 2010, cuando promedió 3,5 por ciento.
Paradójicamente, las inversiones más afectadas fueron, precisamente, las dirigidas al sector de los recursos naturales, que se redujeron un 47,9 por ciento con respecto a 2019, y las orientadas a las manufacturas (-37,8 por ciento).
También se constató en 2020 un menor interés de las empresas extranjeras por adquirir o invertir en empresas ya existentes, así como por anunciar nuevas inversiones, alertó la CEPAL.
En sentido inverso caminó China, cuyas IED en la región comenzaron a superar los mil millones de dólares anuales a partir de 2010 y llegaron a representar el 1,6 de las entradas de inversiones en América Latina y el Caribe en el 2018, una cifra baja si se le compara con los montos provenientes de Europa y Estados Unidos, pero que no contaba la modalidad de fusiones y adquisiciones transfronterizas, por lo que podía ser mayor.
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