Entrada al túnel de La Habana, Cuba. Foto: ©mathess/123RF

El túnel habanero vive hoy una reparación que ha paralizado por varios días la circulación en una de sus dos vías. Cuando este lunes se retome el paso de los autos, tras los ajustes realizados, tal vez muchos pasarán velozmente bajo su estructura sin sospechar la historia y complejidad que lleva a cuestas.

Para hacer real la maravilla de ingeniería que es el túnel habanero fue necesario dragar 250 000 metros cúbicos de roca y más de 100 000 de arena, apunta el columnista cubano Cirio Bianchi, en el diario Juventuid Rebelde. Este túnel, refiere, tiene una extensión de 733 metros y un ancho de 22 y sus cuatro carriles se diseñaron para permitir el tránsito de 1 500 vehículos por hora en ambas direcciones.

Los tubos o cajones que lo conforman se construyeron en un dique seco y luego se trasladaron por flotación para ser hundidos en el fondo del canal de la bahía habanera, donde previamente se había excavado la zanja donde se depositarían, explica el redactor.

Con tales características el túnel se inauguró el 31 de mayo de 1958, después de menos de tres años de trabajo,para enlazar de una manera rápida y cómoda La Habana con lo que entonces se llamaba la Ciudad del Este, donde nuemrosas playas esperaban a los bañistas. Atravesando el túnel, el viaje se reducía considerablemente.

Pero el proyecto para esta construcción implicó un trabajo de mesa harto complejo. Se revisaron y rectificaron unos 2 000 planos y miles de hojas de cálculo al mando del ingeniero cubano José Menéndez asumía, con el patrocinio de la Compañía de Fomento del Túnel de La Habana y la Societé des Grands Travaux de Marsella, y se empezó a trabajar sin descanso.

Se excavó en el fondo del canal de la bahía una zanja de 80 pies de profundidad para colocar los tubos o cajones del túnel y para protegerlos se cubrieron con una capa de cinco pies de material rocoso. Una cortina de hierro, que cierra de modo hermético su entrada, resguardaría a la vía de las inundaciones que pudiera provocar un huracán. Se estudiaron con cuidado los sistemas de oxigenación e iluminación, así como el revestimiento de las paredes interiores, las cuales se dotaron de un azulejo especial que rompería el eco que ocasionaría el ruido de los vehículos en marcha. La impermeabilidad se trató con esmero. Hasta septiembre de 1957 se sirvieron en la obra 60 000 metros cúbicos de hormigón de alto factor, detalla Bianchi en su artículo histórico.

La obra no significó solo un hito de la ingeniería moderna, sino que generó empleo para más de mil obreros cubanosdurante sus 32 meses de realización.

En el año 2000, 42 años después de su construcción, el túnel vivió una remodelación capital para reforzar su estructura, y se modernizó los sistemas interiores de la vía.

También se renovaron los sistemas eléctrico, semafórico y de bombeo; los de ventilación y contra incendios. Se sustituyó la totalidad de los 13 000 metros cuadrados de azulejos. Se incorporó un nuevo circuito cerrado de TV. Se cambiaron la sala de control, el sistema telefónico y el pavimento. Se soterraron los cables de alta tensión. Se dotó a la vía de un nuevo sistema de señales. El hormigón en mal estado dio paso a un hormigón más duradero. Se inyectaron sustancias que evitan o retardan la corrosión y otras que impiden las filtraciones, y finalmente se pintó con el tono azul que hoy luce.

Es de esperar que cada apurado conductor que alija su paso por el túnel, cualquier día de verano para arribar a las playas del Este habanero, pueda admirar un poco la valía de la magnífica estructura que le facilita el camino.

(Con información de Juventud Rebelde)

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