Especial TTC: La Fortuna, un santuario de naturaleza y turismo en Costa Rica

Por: José Luis Perelló
El turismo de naturaleza y aventura, como actividad económica, ha cobrado gran importancia a nivel mundial al permitir la integración armónica de factores sociales, culturales, económicos y ambientales para el beneficio de las regiones. Diferentes territorios actualmente basan una parte importante de su desarrollo en la promoción del turismo de naturaleza, teniendo en cuenta que genera beneficios de alto impacto sobre las comunidades nativas, especialmente en aquellos países en vías de desarrollo.
La Región de Centroamérica, con su impresionante diversidad natural y cultural, alberga una variedad de parques naturales y áreas protegidas que resguardan su riqueza ecológica y patrimonio cultural. Estas áreas naturales se extienden a lo largo y ancho de múltiples territorios, contribuyendo a la conservación de ecosistemas únicos y proporcionando espacios para el disfrute turístico y estudio de la naturaleza.

En este sentido, una de las tipologías turísticas con mayor potencial para este tipo de desarrollo en Costa Rica es el turismo de naturaleza, identificado así por los enormes recursos naturales con que cuenta el país. Valles, selvas, ríos, llanuras, montañas y gran diversidad de fauna y flora son la muestra de una inmensa complejidad medioambiental que ahora se configura como una oportunidad a través de las áreas naturales y los parques nacionales. Consecuentemente, el turismo de naturaleza es reconocido como un factor de desarrollo sostenible en la medida en que respete el patrimonio natural y cultural y a la población local.
Ubicada al pie del imponente Volcán Arenal, “La Fortuna de San Carlos” se ha consolidado como uno de los destinos más visitados de Costa Rica, con más de un millón de turistas al año que llegan atraídos por su naturaleza, sus aguas termales y una oferta turística que combina aventura, descanso y sostenibilidad.
Lo que en algún momento fue una comunidad agrícola dedicada a la ganadería, se transformó -tras la erupción del volcán en 1968-, en un centro de turismo que hoy alberga 38 complejos termales y más de 150 actividades de aventura. Su crecimiento ha sido posible gracias al liderazgo local, la visión a largo plazo y la integración de la comunidad.

La Fortuna de San Carlos es un tranquilo pueblo ubicado sobre la zona norte del país, en la Provincia de Alajuela, a unos 133 kilómetros de San José de Costa Rica. Pertenece al cantón de San Carlos, el más grande en extensión de todo el país. El pueblo de La Fortuna a pesar de ser pequeño es muy activo y cuenta con todo tipo de servicios públicos, hospedajes, farmacias, bancos, restaurantes, tiendas y vida nocturna.
A lo largo de la historia el icónico volcán ha ido cambiando su nombre, siendo el más antiguo (en 1852) “Los Ahogados”. También se lo conoció como Cerro Arenal, y otros nombres hasta que finalmente, a partir de 1922 se lo comienza a llamar “Volcán Arenal” debido a la desintegración de sus lavas, que dieron lugar a formaciones que parecen montículos de arena.
La naturaleza es el corazón de la experiencia. En sitios como la Catarata La Fortuna, donde caen 70 metros de agua cristalina en medio de la selva, se combinan el turismo y la acción social. En temporada alta se ha llegado a recibir hasta 2.500 personas por día. Los ingresos se destinan a programas sociales y ambientales en escuelas y comunidades cercanas. La mayoría de los visitantes son extranjeros y provienen de Estados Unidos, Canadá y Europa. En los últimos años, han llegado turistas desde España, Francia y Brasil.

El bienestar es uno de los pilares que definen a la zona. Las termales, con temperaturas entre los 40°C y 68°C, invitan al descanso y la conexión con la naturaleza. Espacios como Ecotermales Fortuna o el Hotel Boutique Casa del Río apuestan por integrar salud, cultura y sostenibilidad.
La Fortuna también considerada “la Capital Termal de Costa Rica” busca posicionarse a nivel mundial como epicentro del termalismo. El destino aspira a ser sede de Termatalia 2027, la feria internacional de aguas termales más importante del mundo, una candidatura impulsada por empresarios locales y el sector a nivel central. Costa Rica tiene el potencial para albergar este evento y consolidar su liderazgo en turismo de bienestar.

El paseo por los puentes colgantes se realiza por una zona protegida de 250 hectáreas y recorre un bosque primario lluvioso que es el hábitat de un sinnúmero de especies. La extensión del recorrido es de 3 km y cruza por 8 puentes fijos y 6 en suspensión de diferentes metros de longitud. El más corto tiene solo 8 metros y el más largo 98 metros. El «Puente de la Catarata» es el más alto con 60 metros de altura, mientras que el puente «El Tyra Bridge» es el más largo con 98 metros.

Los senderos, a pesar de estar sumergidos en plena naturaleza, fueron diseñados con la más moderna tecnología y hacen del recorrido una experiencia segura y apta para cualquiera. Entre volcanes, termales y selva, La Fortuna sigue mostrando que el turismo puede ser una vía para conservar la naturaleza, fortalecer la economía local y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
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