Cuba, con enormes potencialidades para insertarse en el mercado de carbono
Por Daily Pérez Guillén
Cuba se insertará en los mercados de carbono. El Gobierno del país caribeño lo ha aprobado a través de su Consejo de Ministros el pasado 15 de febrero. Así lo ha confirmado el viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Rudy Montero, en el foro comercial agroalimentario de la Iniciativa Mano de la Mano organizado en La Habana por el Ministerio de la Agricultura y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Esta cita dedicó un importante espacio a ese tópico como modalidad de comercio que brinda incentivos financieros para la mitigación del cambio climático, a través de la contribución de los países a la reducción o eliminación de las emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo con las declaraciones a TTC del vicetitular, la inserción se realizará “sobre la base de líneas priorizadas en el área de los bosques, los residuos, la energía y el llamado «carbono azul». El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, junto a otras instituciones y sectores clave, tiene la responsabilidad de desarrollar un sistema de trabajo que permita la inserción de Cuba de manera efectiva, racional a partir de la Contribución Nacionalmente Determinada (CND) con los compromisos que tiene el país.”
Subrayó Montero que la inserción en el mercado del carbono toma en cuenta los criterios de sostenibilidad. “Sobre esa nueva mirada estaremos trabajando desde lo científico técnico-metodológico, lo normativo y también desde la concepción de modelos de negocios y de proyectos concretos en las áreas de la gestión de los residuos sólidos urbanos, la transición energética, de todo lo que se pueda introducir en función de eliminar la contaminación generada por la industria”.
El viceministro aseguró que para la rehabilitación de los ecosistemas cubanos y avanzar en este “reto desafiante para la comunidad técnica y científica” ya se trabaja en un marco habilitador que permita la integración de las instituciones y los expertos.
Como parte de la agenda del foro comercial agroalimentario, Roberta de Souza, especialista en financiación de mercados de carbono de la FAO, destacó las enormes potencialidades de Cuba para insertarse en ese área a partir de proyectos REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques).
«Cuba es un modelo ejemplar en la gestión de sus bosques, con una tasa de deforestación negativa, lo que significa que ha cultivado más bosques en los últimos años. Esta situación única en el mundo posiciona a la isla como un líder en soluciones basadas en la naturaleza para combatir el cambio climático» valoró y sugirió desarrollar tareas adicionales para monetizar y financiar este trabajo teniendo en cuenta la cooperación internacional y el apoyo de entidades como la FAO para facilitar la inclusión en estos mercados.
Una nota de prensa reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) define a los mercados de carbono como modalidades de comercio que brindan incentivos financieros para la mitigación del cambio climático, a través de la contribución de los países a la reducción o eliminación de las emisiones de gases de efecto invernadero, las cuales se cuantifican en créditos de carbono que pueden comprarse y venderse, con el objetivo de que las economías logren la transición a fin de alcanzar las cero emisiones netas para mediados de siglo.
Un crédito de carbono se asocia a la reducción o eliminación de una tonelada de dióxido de carbono equivalente de la atmósfera y está destinado a acciones que garanticen un retorno en beneficios ambientales, como la protección de la biodiversidad y la transición energética.
Estadísticas del Banco Mundial precisan que en la actualidad existen 36 mercados de carbono regulados en vigor o en fase de implementación en todo el mundo, los cuales cubren más del 17% de las emisiones globales de gases con efecto invernadero (GEI), lo que representa una oportunidad para los países comprometidos con la sostenibilidad.
Cuba cumple actualmente con los requisitos para participar en el mercado de carbono, tras actualizar en febrero de 2025 su CND, que representa el compromiso voluntario de cada país para reducir sus emisiones de GEI y adaptarse al cambio climático.
Según el documento conocido como Contribución Nacionalmente Determinada 3.0 del país caribeño, Cuba identifica, como una de las vías para lograr el desarrollo de una economía resiliente y más baja en carbono, la utilización de los instrumentos cooperativos que establece el Artículo 6 del Acuerdo de París, relacionadas principalmente con la implementación del programa de transición energética y el desarrollo forestal del país.
Una breve descripción recogida en ese texto especifica también que la Mayor de las Antillas “se propone alcanzar según su Estrategia Nacional de Transición Energética un 49,3% de participación de FRE en la generación de electricidad para el 2035. De ello compromete un 26% como CND de forma incondicional y el resto prevé dedicarlo al mercado de carbono para invertir en FRE”.
EL CARBONO AZUL: UN TESORO EN LAS AGUAS CUBANAS
A través de una videoconferencia, Kim Friedman, oficial superior de Recursos Pesqueros de la FAO, destacó el potencial de Cuba en la captación de carbono en los ecosistemas marinos-costeros.
“¿Por qué el carbono acuático es una prioridad para Cuba?”, inquirió el experto y aportó los datos para la respuesta. La posición geográfica de Cuba, donde se encuentran el Océano Atlántico, el Mar Caribe y el Golfo de México, dota al país de una riqueza natural considerable. “Cuba alberga el bosque de manglares más grande del Caribe. El 36 % de todos los arrecifes de coral con conectividad oceánica, lo que muestra que sus aguas son fundamentales para mantener pesquerías prósperas, no solo dentro del país, sino en toda la región del Caribe y los Estados Unidos, ya que las aguas cubanas proveen larvas de especies clave que ayudan a sostener los arrecifes en toda la región caribeña.”
Con una costa principal de más de 1 100 km y casi 1 600 islas y cayos más pequeños, el archipiélago cuenta con un capital natural significativo en términos de carbono azul. “Este capital ya proporciona servicios sostenibles a su población, pero su valor podría aprovecharse para obtener fondos destinados a su restauración y mantenimiento, así como para el carbono azul o el carbono en su totalidad.”
Explicó Friedman que el carbono azul y los activos relacionados, son mercados emergentes dentro de normas internacionales que aún están en proceso de definición. Recientemente el Sistema de Naciones Unidas comenzó a reconocer formalmente los datos sobre el viento y las olas dentro de la contabilidad económica nacional.
“Todos esos tipos de cuentas son importantes para la capacidad de un gobierno de recaudar ingresos. Estas normas incluyen, por un lado, procedimientos reconocidos internacionalmente para medir el carbono azul, pero también metodologías para informar sobre los activos y sobre el funcionamiento de los mercados”, precisó.
Alertó el especialista que en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, documentos de planificación para la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), los hábitat marinos y de aguas continentales no están representados a un nivel muy alto. “Los activos costeros y oceánicos no están bien reconocidos en comparación con las acciones en la agricultura y las acciones sobre el carbono en los sistemas terrestres. Sin embargo, como hemos mostrado, el carbono azul es extremadamente importante para capturar y almacenar carbono.”
Destacó también el especialista que colectivamente los hábitats de carbono azul podrían representar alrededor del 15 % de la eliminación de gases efecto invernadero si se activan estrategias efectivas. Consideró además que el mercado de créditos de carbono azul está en una etapa inicial, pero tiene un gran potencial, especialmente cuando se vincula al sector asegurador.
“Los ecosistemas costeros desempeñan un papel crucial en la protección de infraestructuras y propiedades contra inundaciones y el aumento del nivel del mar. Las soluciones basadas en la naturaleza se están vinculando cada vez más a la infraestructura verde, lo que ofrece una oportunidad diferente para la generación de ingresos. Además existen sinergias con fondos dirigidos al progreso tanto de la CMNUCC como del marco global del Convenio de Biodiversidad Biológica y los procesos internacionales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, aseveró.
“No solo esta acción sobre el carbono azul ofrece beneficios monetarios y co-beneficios, sino que al proteger y restaurar la naturaleza de los ecosistemas debido al valor de protección costera que ofrecen, el sector de los seguros podría convertirse en un actor clave en la financiación del trabajo que necesitamos hacer para restaurar y gestionar los activos de carbono azul en nuestras aguas costeras.”
En ese sentido concluyó enumerando las acciones de apoyo que puede aportar la FAO en Cuba. Para acordar metodologías armonizadas útiles que midan el progreso, el país caribeño necesita hacer un inventario de sus activos de carbono azul, sus marcos de gestión, restaurarlos donde sea posible y trabajar en la ciencia e implementación del carbono azul que se necesita.
La FAO, por su parte, podría expandir e integrar las reservas y flujos de carbono azul en la contabilidad nacional e internacional, desarrollar sinergias entre las agencias nacionales y la aplicación de sus procesos para acceder a los fondos para la gestión y restauración costera que se han puesto a disposición en estos procesos internacionales y propiciar la coordinación entre las partes interesadas: científicos, agencias gubernamentales, ONG y la sociedad civil para comunicar los co-beneficios de proteger, gestionar y restaurar los ecosistemas de carbono azul.
Como referencia de un caso que ha logrado la atención de los inversionistas citó el proyecto colombiano Vida Manglar, que ya ha sido certificado para vender créditos de carbono azul bajo el estándar Verified Carbon Standard.
«No podemos predecir el futuro, pero sabemos que el valor de los recursos naturales ha definido el éxito de las naciones a lo largo de la historia. ¿Podría la próxima década ver la captura de carbono convertirse en una nueva fuente de riqueza global?”, se preguntó. “El enfoque global en el clima y la biodiversidad está movilizando recursos significativos a través del Fondo Verde para el Clima y otros mecanismos financieros para las aguas marinas y continentales. Es necesario mayor atención a los ecosistemas de carbono azul, monetizarlos, permitiendo que el dinero que generan se reinvierta en su gestión y conservación”, concluyó.
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