Paella gigante en Cojímar: solidaridad, historia y sabor en su aniversario

Una colaboración de Yoanna Cervera

Bajo el sol como testigo y frente al histórico Torreón de Cojímar, símbolo de este pueblo pesquero, se cocinó más que una paella: se mezclaron solidaridad, tradición y hermanamiento. En el marco de las celebraciones por el 376 aniversario del poblado y el 126 natalicio de Ernest Hemingway, una paella gigante reunió a la comunidad, chefs internacionales y proyectos locales en una iniciativa que trascendió lo culinario para convertirse en un acto de apoyo social.

La paella, preparada por el chef asturiano Pepe Cavallé, diseñador del escudo de Cojímar, y el chef cubano Luis Ramón Batlle, no solo alimentó a cientos de personas, sino que recaudó fondos para beneficiar al Policlínico Comunitario y la Casa de los Abuelos. Más de 418 mil pesos en donaciones, junto a medicamentos, jeringuillas y materiales de aseo, fueron entregados gracias a la venta del emblemático plato y contribuciones desde España.

Mabel Blanco Carralero, gestora del Proyecto de Desarrollo Local (PDL) Pintura Mural Ernest Hemingway, explicó el origen de la idea: «Pepe Cavallé ya había donado escudos para el Torreón, nuestro proyecto y La Terraza de Cojímar. Cuando supe de su experiencia con paellas benéficas en España, propuse replicarlo aquí. Es un símbolo de los pueblos pesqueros, como el nuestro, y de hermanamiento».

El evento no fue casual: Cojímar fue el refugio de Hemingway, quien solía atracar su yate Pilar en este puerto y compartir con los pescadores locales. La Terraza de Cojímar, donde el Nobel disfrutaba su paella, sigue siendo un sitio icónico . «Hemingway es nuestro eje central. Esta actividad revive su conexión con la comunidad y fortalece la identidad local», destacó Blanco, cuya iniciativa de murales ya ha convertido al pueblo en un corredor cultural dedicado al escritor .

Además, la paella reforzó el hermanamiento entre Ribadesella (Asturias) y Cojímar, vigente desde 1992. Cavallé recordó cómo este vínculo nació de un barco llamado ‘Habana’ que unió ambos pueblos, y cómo en los 90 se donaron ambulancias y hasta el puente del Golfito, crucial para la comunidad.

La jornada incluyó animación por la payasita Chuflina y el payasito Chulito, y la entrega de tres escudos de Cojímar —para el Torreón, el PDL Pintura Mural y La Terraza—, diseñados por Cavallé como tributo al patrimonio local.

Blanco adelantó que este es solo el inicio: «Como parte del circuito de economía social, planeamos más acciones para los abuelos y la comunidad. La paella fue un acto de amor, pero también un modelo de cómo el turismo patrimonial y la solidaridad pueden transformar vidas».

Esta iniciativa, respaldada por instituciones territoriales y actores económicos, demostró que la cultura y la gastronomía pueden ser motores de desarrollo. Con el Torreón y el mar de Cojímar como testigo, la paella gigante dejó un sabor a esperanza y compromiso colectivo.

«Cojímar no solo celebra su historia, sino que escribe nuevas páginas con proyectos que honran su pasado y alimentan su futuro», concluyó Blanco. Un legado que, como las obras de Hemingway, perdura más allá de las palabras.

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