Especial TTC: Destinos turísticos culturales en Perú


Por: José Luis Perelló

El turismo cultural y de naturaleza crece con fuerza a nivel global, impulsado por viajeros que buscan experiencias transformadoras y que priorizan el cuidado del entorno, el contacto genuino con la historia y las comunidades locales, como lo reflejan los “World Travel Awards” del 2025.

A pocos días de finalizar el año, se otorgó el premio “World’s Leading Tourist Attraction 2025” a Machu Picchu, Perú, un reconocimiento que distingue a los principales atractivos turísticos del planeta.

En esta categoría, la ciudadela Inca superó a destinos como Chichén Itzá, el Taj Mahal, la Acrópolis de Atenas, el Parque Nacional del Gran Cañón, la Muralla China, el Monte Kilimanjaro y las Cataratas del Niágara, entre otros. Este nuevo premio se suma a una trayectoria de reconocimientos que se extiende por décadas. Desde su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad hasta su elección como una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno, el sitio mantiene un lugar central en la promoción del país.

El Perú obtuvo cinco premios en la edición 2025 de los World Travel Awards. El primero reconoció al país como “World’s Leading Culinary Destination 2025”; otro reconocimiento correspondió a “World’s Leading Cultural Destination 2025”, una categoría que destacó la posibilidad de conectar con comunidades que conservan tradiciones, festividades y artesanías. Mientras que Lima, su capital, también recibió el premio como “Destino urbano patrimonial líder del mundo 2025”. Finalmente, Promperú obtuvo el reconocimiento como “World’s Leading Tourist Board 2025”, un respaldo a su labor en la promoción del país ante el mercado internacional.

Hay que reconocer que este país sudamericano guarda espacios culturales, patrimoniales y ancestrales, que se promueven al turismo internacional y que recibirán reconocimientos y premios en los próximos años; tal es el caso de Kuélap, una enorme ciudadela quinientos años más antigua que Machu Picchu.

Ubicada en el Valle del Utcubamba a tres mil metros sobre el nivel del mar, en la Sierra Norte peruana, su origen e historia siguen siendo un enigma. Fue la ciudad más importante de los Chachapoyas, a los que se les conoce como el “pueblo de las nubes”, uno de los muchos sitios arqueológicos de esta región poco visitada de Perú, en medio de una naturaleza impresionante de montañas desconocidas y bosques envueltos en nubes.

Ese carácter secreto es el mayor atractivo para el turismo en esta región montañosa que oculta restos arqueológicos preincaicos y paisajes impresionantes. Aves endémicas, dos de las cataratas más altas del mundo y ciudades que fueron escenario de sucesos clave en el derrumbe del Imperio Inca son sus tesoros.

La región abarca los inmensos departamentos peruanos de Cajamarca, Amazonas y San Martín. Los diferentes valles están unidos por caminos tortuosos y a menudo en mal estado, que conectan solo los principales núcleos de población. A pesar de su espectacularidad no hay todavía muchos turistas en Kuélap, pero sin duda merece la pena adentrarse en el enigma que habla de una avanzada civilización perdida.

Lo fascinante de este yacimiento arqueológico es que las excavaciones no empezaron en serio hasta la última década del pasado siglo y, hasta el momento, solo se ha estudiado el 20%. Durante el 2025, el Gobierno peruano ha invertido cerca de dos millones de dólares en trabajos de excavación y conservación, lo que promete que saldrán a la luz muchos más testimonios de uno de los pueblos más interesantes de Sudamérica.

El emplazamiento de la ciudadela, más alto en altitud que Machu Picchu, demuestra la preferencia de los Chachapoyas por construir en lugares fáciles de defender. Actualmente a Kuélap se sube en un teleférico, que tarda unos 20 minutos en ascender los cuatro kilómetros hasta la cresta de La Barreta, que preside el valle.

Una muralla casi inexpugnable de 20 metros de altura construida con enormes losas calizas de dos metros de espesor rodea toda la ciudad, con solo tres entradas con forma de embudo que se estrechan de dos metros de anchura a solo 70 centímetros: un ingenioso ardid defensivo que obligaba a entrar en fila. En el camino se observan grabados en los ladrillos calizos, como extrañas criaturas con forma de ave pero con cabeza de cóndor, cola de puma y patas de reptil, que representa la trilogía de los Chachapoyas, un grupo de dioses adorados por muchas culturas en la historia de Perú.

A la arqueología, hay que añadir el atractivo de las altísimas cascadas del valle, donde se refugia uno de los colibríes más raros y hermosos del planeta, y también unas cuantas rutas de senderismo para los más animosos.

Uno de los lugares más curiosos del valle es Leymebamba, donde se produce un peculiar encuentro con los muertos, en el discreto Museo Leymebamba, que resguarda uno de los descubrimientos más extraordinarios del valle. Sobre una cornisa por encima de la cercana laguna de los Cóndores, salieron a la luz seis mausoleos con 219 momias cuidadosamente envueltas, que luego hallaron descanso eterno en este museo tras el cristal en una sala con temperatura controlada.

Las momias chachapoyas abarrotan hasta el techo una estancia bastante perturbadora. Algunas aparecen parcialmente despojadas de su envoltura funeraria, y parecen llamar la atención del observador con sus dedos o llamarle a voces, al igual que cuando las enterraron hace 800 años.

Una caminata a las ruinas de Gran Vilaya conduce a los valles al oeste de Chachapoyas, un remoto territorio montañoso con más de 50 yacimientos arqueológicos. La ruta Gran Vilaya combina paisajes espectaculares y ruinas devoradas por el bosque nuboso, que se atraviesa con la ayuda del guía. Son dos días de caminata con un recorrido de 51 kilómetros; acampando a orillas del río Serpiente de Plata en el agreste valle de Belén, y en pensiones de pueblos apartados. Los amantes de aventuras fuertes pueden dedicar una mañana a practicar barranquismo en la catarata Yumbilla. Con 891 metros de altura, es la quinta más alta del mundo, por encima de la vecina Gocta, una catarata con una caída de 771 metros, repartidos en dos cascadas; este es uno de los saltos de agua más altos del mundo.

Hay varios senderos que llevan a las cascadas, de diferente dificultad. El más corto de todos es el que llega desde la aldea de San Pablo, y tiene la ventaja de poder avistar algunas de las 150 especies de aves autóctonas del bosque nublado sudamericano, entre ellas el gallito de las rocas, el ave nacional de Perú.

En un futuro próximo, la puesta en valor turístico y una fuerte promoción internacional situarán a Kuélap y el Valle del Utcubamba como otro de los destinos más visitados del planeta, junto a su cercano vecino Machu Picchu.

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