Especial TTC: Observación de aves y naturaleza, la biodiversidad como motor turístico

Por: José Luis Perelló

El aviturismo o turismo ornitológico es una forma de ecoturismo que consiste en observar a las aves de una determinada región, con un mínimo impacto a la biodiversidad y la naturaleza. El turismo de observación de aves es importante debido a que contribuye a la conservación de la biodiversidad y genera ingresos económicos para las comunidades locales. Asimismo, brinda oportunidades de investigación científica y promueve la educación y conciencia ambiental.

El aviturismo se reconoce como un nicho de turismo especializado; probablemente el de mayor crecimiento en las últimas décadas dentro de las actividades de turismo de naturaleza. Los observadores de aves y fotógrafos de aves difieren de otros tipos de turistas en características particulares que permiten su identificación como segmento: son visitantes dedicados y aplicados a su materia.

Gran parte de ellos investiga y prepara sus viajes con anticipación, estudiando sobre los distintos ecosistemas, especies y algunas veces, la cultura de los lugares que visitarán. En complemento a su gran interés por las aves, son personas con alto grado de educación formal, y que tienen mayor disposición que el turista promedio a gastar por buenos productos o servicios. Esto representa una oportunidad económica sobresaliente para las comunidades locales y las áreas naturales protegidas que albergan avifauna.

El perfil de los avituristas ha cambiado en los últimos años. Actualmente, son más jóvenes (de entre 30 – 40 años), en contraste con los avituristas mayores retirados, que usualmente eran la mayoría. Por otra parte, se ha intensificado el uso de la tecnología para identificar o registrar especies, con el uso de novedosas aplicaciones y con plataformas colaborativas que luego pueden ser usadas para encontrar los mejores “hotspots” de avistamiento.

Según estudios enfocados en los principales mercados emisivos de aviturismo a nivel global, el mercado especializado considera tres grandes segmentos de avituristas:

  1. “Hardcore Birders”. También llamados twitchers, son altamente especializados y dedicados, tienen entre 40 y 70 años. Su objetivo principal es “coleccionar” especies en listas de aves, siendo muy competitivos al respecto.
  2. “Enthusiastic Birders”. Especializados tanto en aves como en otras especies de flora, fauna y funga. Tienen 55 años en promedio, y se sienten satisfechos mientras puedan ver aves, pero no les interesa darlo todo por verlas. Complementan sus viajes con otras actividades de naturaleza, cultura e historia.
  3. “Casual Birders” o Ecoturistas. Son aficionados, no están especializados pero sí disfrutan observar aves, así como de cualquier otro aspecto de la naturaleza. Prefieren lugares accesibles, con comodidades. Representan el 35 % del mercado.

El resultado de los estudios del mercado entre los países de Latinoamérica y el Caribe mostró los siguientes 10 países como aquellos de mayor potencial para la implementación de rutas de aviturismo: Brasil, Colombia, México, Costa Rica, Chile, Perú, Ecuador, Panamá, Argentina y Belice.

Colombia líder mundial en avistamiento de aves

Con una diversidad de aves sin igual y el desarrollo de infraestructura ecoturística, Colombia intensifica su posición como santuario ornitológico. La observación de aves  en el país se consolida como una opción válida para viajeros que buscan experiencias sostenibles y auténticas. El desarrollo del aviturismo impulsa la conservación, dinamiza la economía rural y permite que la riqueza natural se convierta en atractivo global para científicos, naturalistas y aficionados.

Con más de 1.900 especies registradas, el país destaca por su biodiversidad y por ofrecer destinos únicos para viajeros que buscan experiencias de turismo de naturaleza y conservación.

La geografía colombiana, que incluye desde la Sierra Nevada de Santa Marta hasta la Amazonía, crea hábitats únicos donde es posible observar desde colibríes hasta guacamayas. Este fenómeno ha favorecido el desarrollo de alojamientos rurales enfocados en el ecoturismo, donde los visitantes pueden disfrutar de terrazas con vistas a bosques y desayunos rodeados por el canto de las aves. Estas iniciativas permiten una experiencia inmersiva, integrada al entorno natural y sin abandonar la comodidad. El auge del aviturismo ha impulsado una novedosa oferta de alojamientos rurales adaptados al ecoturismo.

A lo largo y ancho de Colombia, una variedad de destinos se han convertido en referentes internacionales para el aviturismo, entre los principales se incluyen:

Minca, Magdalena: Ubicada en la Sierra Nevada de Santa Marta, esta zona alberga más de 300 especies, como tucanes y tangaras. Espacios como Minca Sintropia y Finca San Rafael facilitan la observación desde miradores y senderos en los bosques nubosos.

Otún Quimbaya, Risaralda: En el Eje Cafetero, este santuario natural destaca por la presencia del gallito de roca andino y el tucancito esmeralda. El Hotel Campestre Nogal del Cafetal y senderos bien señalizados ofrecen experiencias seguras y sostenibles.

Mitú, Vaupés: En la Amazonía, este sitio representa un enclave para ornitólogos y viajeros interesados en la observación de cotingas y hormigueros, con hospedajes gestionados por comunidades indígenas que promueven la conservación del entorno.

Jardín, Antioquia: Este municipio es uno de los mejores sitios para observar al gallito de roca andino. Cabañas como Gulupa Ecolodge brindan recorridos entre cafetales y reservas donde las aves son protagonistas.

Yotoco, Valle del Cauca: La Reserva Natural Bosque de Yotoco resguarda especies endémicas como el cotorro cabeciazul. Se organizan talleres de fotografía y recorridos interpretativos en alojamientos conectados al paisaje.

Amazonas (Leticia y Parque Nacional Natural Amacayacu): El corazón amazónico de Colombia ofrece hábitats donde la diversidad de aves, como el hoatzin y la pava hedionda, se combina con la experiencia cultural de las comunidades locales. Sitios como la Reserva Natural Tanimboca y la Isla de los Micos están adaptados para recibir a observadores de todo el mundo.

El pasado mayo, durante el Global Big Day 2025, Cundinamarca se posicionó como uno de los departamentos con mayores registros a nivel nacional, sumando 590 especies en 24 horas. La amplia participación de 920 observadores en 66 municipios reafirma el creciente interés por el aviturismo, la ciencia ciudadana y el desarrollo de una economía verde. El 59,5 % de los participantes de Cundinamarca fueron nuevos en la actividad, lo que evidencia el potencial del turismo de naturaleza para el desarrollo rural y la conservación.

Lugares como el embalse del Muña, San Antonio de Tequendama y Granada jugaron roles clave durante el evento, que no solo promueve la observación, sino también la protección de los ecosistemas y la generación de empleo en áreas rurales.

A manera de conclusión, la propuesta de valor para el aviturismo u observación de aves se centra en conectar a las personas con la naturaleza, y con ellos mismos, a través de alianzas estratégicas y acciones con socios locales para:

  • Desarrollar un portafolio de rutas de aviturismo internacionalmente reconocidas y manejadas localmente para contribuir al desarrollo comunitario y a la conservación de los hábitats para las aves.
  • Lograr un compromiso más fuerte con el desarrollo y fortalecimiento de comunidades locales como principio fundamental del aviturismo para mejorar la gestión de destinos para las aves y sus hábitats en nuestros países latinoamericanos y caribeños.
  • Contribuir significativamente a la conservación de los hábitats, asegurando que los destinos de aviturismo están ecológicamente representados y bien conectados. El logro de resultados de conservación a través de una gestión eficaz con beneficios significativos y participación de la comunidad local.
  • Elevar el perfil y el valor económico de la avifauna como activos naturales para el desarrollo comunitario sostenible. El turismo basado en esta actividad proporciona un incentivo económico para la conservación y las rutas de aviturismo serán una importante solución basada en la naturaleza para abordar las necesidades y la identidad de las comunidades locales.
  • La conservación e identificación de las especies y la creación de empleo para guías, operadores turísticos y comunidades locales irán de la mano para proveer ingresos alternativos, aumentando así el valor económico de las aves y la biodiversidad.

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