Venezuela, una dama sin afeites

Foto: Archivo TTC

Por: Marina Menéndez

Playa, nieve, cuevas, picos, saltos de agua, desierto, selva…. Pocos destinos en Latinoamérica y el Caribe ofrecen tal variedad de encantos naturales como Venezuela; y una gente comunicativa y bonachona que se precia de buena anfitriona.

Una vez que el visitante ponga pie y recorra algunas de las 73 rutas preparadas para él, podrá valorar las bellezas sorprendentes que atesora el sexto país más diverso del planeta.

Isla Margarita es su sitio vacacional más famoso. Su litoral de 171 kilómetros ofrece al bañista unas 70 playas en esa parte sur del mar Caribe adonde, dicen los expertos, jamás llegan los huracanes.

Distinto a otros balnearios en que la profusión de hoteles de lujo les da un toque cosmopolita que hiere «lo natural», en Margarita es posible disfrutar del mar y el sol más íntimamente, rodeado de una cercana vegetación que hace de ella un sitio exclusivo.

Lo que el visitante no tendrá fuera de aquí es la contemplación del paisaje desde una vista como la que brinda el teleférico Mukumbarí, en Mérida: el «ascensor» entre montañas más alto del mundo; ni podrá conquistar en otro sitio el nevado donde se encuentra su última parada, el Pico Espejo, a 4 765 metros sobre el nivel del mar. Allí, la Virgen de las Nieves, reproducida en una estatua de metal de unos 11 metros, escuchará sus plegarias.Junto a ella podrá apreciar los valles, los bosques nublados, los glaciares y las nieves perpetuas que rodean la montaña, incluyendo los picos Bolívar, Humboldt y La Concha, muy cerca de las nubes.

Tiene también Venezuela la cascada más alta del mundo. En el estado Bolívar, cerca de la frontera con Guyana y Brasil, está el Salto del Ángel, con su torrente de agua que baja atronadora casi un kilómetro en caída libre, y sobrepasa ¡15 veces! en altitud a las conocidas Cataratas del Niágara.

Navegar el inmenso lago de Maracaibo, en Zulia, le dejará ver los palafitos: viviendas rústicas de madera erigidas sobre pilotes en medio del agua, en que todavía viven los wayuu y sus descendientes, entre otros pueblos indígenas.

Sin embargo, también hay motivaciones en la capital.  Rodeada de cerros en cuyas laderas todavía son visibles las casitas rudimentarias de la pobreza, Caracas tiene el encanto de la historia. Allí nació Simón Bolívar, e hizo su entrada triunfal 38 años después, para culminar la independencia.

Venezuela espera al turista mostrándose tal cual es, casi sin afeites; provista solo de su simpar geografía, la hospitalidad de su gente, el joropo y la música llanera.

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