La sostenibilidad del turismo: una prioridad para Latinoamérica

Por: Marina Menéndez

En medio de la amenaza que el cambio climático significa para el planeta, resulta impensable el desarrollo de una industria alejada de la sostenibilidad. Pero no es lo que ocurre con el turismo. La llamada industria sin humo se ha propuesto su expansión a nivel mundial tomando en cuenta el cuidado de la naturaleza y el fomento de la capacidad de resiliencia frente a los inevitables fenómenos meteorológicos.

De algún modo, es también lo que los vacacionistas quieren. La imagen del turista en zapatos deportivos y con mochila a la espalda que pretende descubrir la autoctonía de la nación que visita, es cada vez más recurrente.

Al intervenir en junio del año pasado en la cumbre Destination Europe en torno al turismo, Eduardo Santander, director de la European Travel Comission, aseveró que «La gente busca experiencias reales…»

Encuestas realizadas para esa fecha por distintas agencias en línea en el Viejo Continente y citadas por European News, arrojaban que tres cuartas partes de los consultados preferían viajar de manera sostenible; la mitad estaban dispuestos a pagar más por hacerlo.

Al cuidar la naturaleza, el turismo sostenible garantiza el disfrute de este vacacionista de «nuevo tipo» y también beneficia a los destinos receptores asegurándoles que sus recursos naturales no sean depredados por el ejercicio de la actividad y, de muchos modos, contribuye a las economías locales.

Según ha definido ONU Turismo, esta modalidad constituye un nuevo modelo de desarrollo de esa esfera que se sostiene sobre tres ejes: la optimización de los recursos medioambientales, el respeto a los valores de las culturas locales, y el beneficio a las comunidades receptoras haciéndolas partícipes de los resultados económicos fruto de la práctica turística.

El concepto se empezó a manejar desde la década de 1990, cuando fueron ostensibles los daños medioambientales y socioeconómicos del ejercicio descontrolado del turismo. Entonces empezó a  cobrar fuerza la necesidad de que la actividad respetara los recursos naturales.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) le otorga mucha importancia, y ha considerado que el turismo sostenible podría constituir el motor hacia una nueva ruralidad en Latinoamérica.

Se trata, dice, de aprovechar la transversalidad del rubro para promover el desarrollo local mediante la diversificación de actividades, el uso de la energía sostenible, la conservación de ecosistemas, la planificación territorial y una movilidad eficiente. Además, constituye una oportunidad para la agricultura, al fortalecer su participación en la cadena de valor turístico, e incorporar a otras esferas económicas autóctonas como la gastronomía, la cultura y el agroturismo.

En declaraciones recientes, el secretario general de ONU Turismo, Zurab Pololikashvili, lo ha considerado como un importante motor de cambio positivo cuando se gestiona de manera responsable y sostenible.

Coherente con ello, se ha establecido en el organismo internacional el llamado marco estadístico para la medición del turismo sostenible (MST), una pauta acordada de manera internacional para medir los aspectos económicos, sociales y medioambientales de la actividad.

Y crece

La definición ha prendido en Latinoamérica y el Caribe, una región que tiene su mayor atractivo en las bellezas naturales y posee mucho para proteger: grandes extensiones de bosques y selvas que la proveen del 23 % de la cobertura forestal del planeta; el 31 % del agua dulce y el 50 % de las especies existentes, por lo cual es una de las zonas más ricas en biodiversidad.

También llama la atención su variedad de ecosistemas, pues pueden verse en sus territorios desde ambientes de desierto donde casi no llueve, pasando por las praderas, selvas y humedales.

De modo que la sostenibilidad ambiental es una necesidad intrínseca a la sobrevivencia de la región. Esa mirada ha sido clave en la reactivación de su industria turística.

Playas, selvas, montañas, ríos y ricas culturas locales que forman parte del patrimonio inmaterial de la Humanidad, provocan la visita del viajero en busca de lo nunca visto en sus naciones de origen.

Aunque lejos todavía de los números que se reportan en otras zonas geográficas,  las previsiones de ONU Turismo afirman que la actividad podría registrar este año un crecimiento del 2 % por encima de lo reportado en 2019, previo a la pandemia de coronavirus.

Quiere decir que el turismo en la región no solo se recupera; también avanza de la mano de la sostenibilidad.

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