
Noveles y veteranos creadores guantanameros colmarán este fin de semana el programa para conmemorar los 510 años de fundación de la villa de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, la primera del Archipiélago, de actividades artísticas para agasajar la primacía de esta villa cubana, hace 510 años por el Adelantado Diego Velázquez.
Bajo el slogan 10×510, los jóvenes artistas y escritores de la Primada de Cuba realizarán descargas de poesía y trova con la proyección de audiovisuales en vacunatorios como el Centro de Veteranos, de La Asunción, y exposiciones plásticas relacionadas con Baracoa tendrán como escenario principal las redes sociales, debido al panorama impuesto por la COVID-19.

Otra opción interesante para estos días es la muestra de humor gráfico La Pedrá, y el Espacio audiovisual: La Wendo-TK, con obras de disímiles formatos como el videoclip, el documental, las cápsulas, las promociones, que permitirán acercarnos a lo más representativo del género en ese municipio.
Como regalo especial a la más antigua de las villas cubanas, la AHS y la Oficina del Conservador de la Ciudad proponen al público virtual la Conferencia Magistral: 510 años de la Villa Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, a cargo del historiador de la ciudad Alejandro Hartmann Matos, sobre la fundación de la villa, sus primeros pasos, el presente y futuro de la urbe.
Y precisamente para homenajear fecha tan destacada de la historia cubana, TTC pone su parte en el agasajo compartiendo las palabras del Historiador baracoense, publicadas en el número 180 de nuestro periódico digital para repasar la historia de color, conquista y mestizaje que guarda esta mágica villa cubana.
Baracoa, Tierra Primada de Cuba

por Alejandro Hartmann Matos, Historiador de Baracoa
Baracoa es un ámbito en el que convergen hombres, plantas y animales en una armonía distintiva. Sus paisajes son únicos, donde la fuerza de la naturaleza llega al corazón del visitante y donde la sonrisa y la amabilidad se dan en ritual espontáneo para los que desandan nuestras comarcas y caminos.
Es un hechizo porque Baracoa comenzó su larga historia primero que otros en nuestra isla larga y estrecha. Baracoa es una depositaria de tesoros humanos vivos con sus cantos, sus leyendas, sus luchas por la emancipación de la tierra de Martí, sus costumbres, sus bailes, su culinaria irrepetible, sus lluvias pertinaces, sus verdores policromos y la inmensidad de su belleza humana.

El Almirante, Cristóbal Colón Fontanarossa, arribó a Baracoa con dos de sus navíos, “La Niña” y la “Santa María”, un 27 de noviembre de 1492. Ese día, presta atención a todo lo que le rodea y sigue con detenimiento cada detalle que le impresionó. Escribió en su Diario de a Bordo:
…el cual era tal que si á los otros puertos había alabado, este dice
Que alababa mas con las tierras y templanza y comarca dellas y
Población: dice maravilla de la lindeza de la tierra y de los árboles donde hay pinos y palmas, y de la grande vega, que aunque no es llana de llano que va al Sursueste, pero es llana de montes llanos y bajos, la mas hermosa cosa del mundo
Andando por ella fue cosa maravillosa ver las arboledas y frescuras, el agua clarísima, y las aves y amenidad, que dice que le parecía
Que no quisiera salir de allí.
El Gran Navegante nunca pensó que iba a tener el privilegio de ser el primero que describiera la extraordinaria naturaleza de la Primera Villa cubana, prodigiosa región con varios ríos que embrujan por sus aguas clarísimas y puras y por la riqueza inigualable de macizos montañosos de bosques que parecen doncellas verdes. Se destacan las Cuchillas del Toa (declaradas por la UNESCO en diciembre de 1988 como Reserva de la Biosfera). Las playas son de origen predominantemente fluvial, aunque hay otras de arenas blancas y finas y pendientes suaves. En ellas abundan uvas de caletas, almendros, hicacos y cocoteros.

Baracoa tuvo la primacía de ser la prístina villa fundada en Cuba por el Adelantado Diego Velásquez el 15 de agosto de 1511. La denominó Nuestra Señora de la Asunción, pero no pudo prescindir de su topónimo Baracoa que en voz Arauca significa “existencia de mar”. Fue la primera capital y en ella se erigió, en 1517, el Primer Obispado y obtuvo la condición de ciudad por Bula de León X.
Siendo Baracoa la capital, Velásquez prepara las condiciones de abastecimientos que le servirían para la ocupación total de la Isla. En el periodo de 1511-1515 se produjo el contacto más dilatado entre españoles y nuestros antecesores aborígenes. No podemos prescindir que los elementos hispánicos de la economía, de la cultura, de la religión, de la arquitectura, de la forma de gobierno, entre otros, arribaron a estas tierras primero que en el resto de las villas instauradas.

Baracoa ha conservado de generación a generación un rico patrimonio vivo que ha mantenido una sólida diversidad cultural, expresada en los variados vocablos aruacos que en la vida cotidiana usamos en fitonimos, topónimos y zoonimos y de la riqueza material. Por toda la región nos encontramos todavía descendientes de nuestros taínos de baja estatura, extremidades cortas, pómulos salientes, arcos superciliares abultados, pelos lacios, ojos rasgados y piel aceitunada.
La zona tiene una variedad de comidas, dulces y bebidas que la identifican y que se comen y beben en las fiestas, en los velorios, en las comidas diarias, en las meriendas y en las actividades productivas. Entre los más de 60 platos tenemos el bacán (especie de tamal de plátano con leche de coco, carne de puerco, cangrejo o pescado), el tetí (pececillo transparente de dos centímetros de largo que entra por las desembocaduras de los ríos, cuando la luna es menguante, desde julio hasta enero). Los moradores lo degustan entomatado, frito, en tortilla y seco, enchilado de cangrejo con o sin leche de coco.

Baracoa es así, tocada por los dioses indios que nos dan día a día sus gestos francos y el corazón abierto para que cada vez que nos visiten se lleven nuestro puro, sincero y leal sentimiento y la indeleble huella de una naturaleza mágica.
Estudiosos opinan que el terruño baracoano es la parte más trascendental de la biodiversidad de Cuba y del Caribe, por poseer el mayor porcentaje de especies endémicas de fauna, como el Almiquí (Solenodón cubanus), el Gavilán Caguarero (Chondrohierax Wilson), la Ranita de Iberia (Eleutherodactylus iberia), la más pequeña de Cuba, y el caracol terrestre más bello del mundo, la Polymita picta…

De igual forma, su flora nos asombra con la Cocoxtrina yunquensis, palma reina del majestuoso Yunque (elevación declarada Monumento Nacional de la naturaleza y la historia, el 2 de abril de 1980). Se une a ella la Cocoloba alexandria, palmácea dueña de las costas, y la más pequeña orquídea del universo, la Lepantus silvae.
Por eso, tenemos el privilegio de ser el más importante sector del Parque Nacional Alejandro de Humboldt, declarado por la UNESCO, en diciembre de 2001, Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Después que Baracoa dejo de ser capital, en 1515, durante dos siglos fue olvidada por las autoridades españolas. Entre 1739 y 1742 se construyó un sistema defensivo en Baracoa, debido al desarrollo del contrabando, presencia constante de corsarios y piratas en la zona, y las contiendas y rivalidades entre España e Inglaterra.
El Capitán General de la Isla, Juan Francisco Guemes de Horcasitas, ordenó al Gobernador de Santiago de Cuba, Francisco Antonio Cagigal, hacer un minucioso estudio topográfico para proteger a la villa, trabajo que le fue encomendado al Capitán y Comandante de Armas de Baracoa, Pedro Oviedo, quien levantó cuatro fortificaciones, que fueron las primeras edificaciones de mampuesto que tuvo la ciudad y que la circundaron de este a oeste y de norte a sur: El Castillo Seboruco o de Santa Bárbara (hoy, Hotel Castillo), el Fortín Majana (proyecto de restauración), y los fuertes Matachín (Museo de la Ciudad) y La Punta (restaurante Guamá).
La presencia de colonos franceses que huyeron de la Revolución de Haití entre 1791 y 1804 y se asentaron en Baracoa, le dio un florecimiento a la economía local al introducir las plantaciones cafetaleras e incrementar las producciones de cacao, caña de azúcar y frutas.

En el siglo XIX se exportaron raspadura o mascabado, café –a un promedio de 6 000 arrobas anuales–, tabaco en rama y elaborado, aguardiente de caña, miel de purga y frutos menores. Los bergantines, vapores o goletas que llevaban estos productos a los principales puertos de la Isla, al continente europeo, islas vecinas y Estados Unidos, se convirtieron en parte intrínseca del desarrollo de la ciudad. En ellos, además, se recibían los suministros necesarios que no producía la región para abastecerse.
Aunque hubo un crecimiento discreto, desde que se habilitó el puerto para la exportación y los franceses asentados coadyuvaron a un mejoramiento de la villa, Baracoa se caracterizó por una simbiosis de influencias aborígenes, anglosajonas, francesas y españolas que le dieron un sello en su arquitectura vernácula, una arquitectura sui generis simple que responde al devenir de su historia.

Adquirió la tabla de palma y guano de ascendencia aborigen; las buhardillas sobre cubierta, tejas, persianas cubiertas de madera y pisos fueron aportados por los galos. La tipología espacial de sala, saleta, dormitorios, patio, tejas criollas y altos puntales fue herencia hispánica; y la anglosajona, el uso del machihembrado y la buhardilla sobre cubierta.
En las cuatro primeras décadas del siglo XX, Baracoa llegó a ser la capital del guineo o banano, lo que conllevó a un moderado florecimiento que condujo a ciertas capas de la población a imitar los modelos neoclásicos, eclécticos y del art decó. Esto produjo un mejoramiento en las construcciones civiles, domésticas, comerciales y religiosas, legado que hoy podemos ver cuando caminamos las calles estrechas e irregulares del trazado urbano de la Ciudad Primada.

Todas estas costumbres son centenarias. Sus orígenes vienen desde los cafetales y cacahuales de los siglos XVIII y XIX; los esclavos fueron parte intrínseca de las Rutas del Café y el Cacao en las haciendas francesas e hispánicas, donde nació, según afirman varios antropólogos, historiadores y musicólogos, el son oriental.
De ahí la fuerza del grupo danzario musical del son más primitivo de Cuba, el Nengón y Quiriba; en la comunidad del Güirito, cuando finalizan las cosechas de cacao, danzan, cantan y tocan el tres, la marímbula, el güiro, las maracas, el bongó y la guitarra como hace más de 150 años. De esta agrupación, afirmó Argelier León, fallecido musicólogo cubano, cuando compartió con ellos: “Estas son las células primarias del son”.
Incuestionablemente, cualquier visitante que constate la magia de este pequeño paraíso, podrá comprobar que nuestro asombroso escenario se conserva intacto y maravilloso.
[robo-gallery id=43772](Con información de Periódico Vanguardia y Travel Trade Caribbean)
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