Remedios de encanto

Noche de parrandas en San Juan de los Remedios. Foto: Cubanacan Hoteles

Por Daily Pérez Guillén

En las últimas jornadas se anunciaba en las redes que concluía el plazo para otorgar el galardón que reconoce a los destinos rurales que hacen del turismo un motor de desarrollo y nuevas oportunidades de empleo e ingresos, a la vez que preservan y promueven los valores y los productos de la comunidad. Es una iniciativa de la Organización Mundial del Turismo que acaba de elegir a Rupit, en la provincia de Barcelona, como el mejor pueblo del mundo.

Cuando leía, siempre venía a mi mente Remedios, la octava villa fundada en Cuba, devenida en los últimos años destino turístico por sus valores patrimoniales y culturales, situada además en una posición privilegiada y casi que obligada, de camino a las playas de la cayería norte del centro del país.

Iglesia Parroquial Mayor de San Juan Bautista. Foto: DPG

A Remedios iba de niña. En los recuerdos, el jardín interior y el pasamanos verde de la casa del médico que atendía mis afecciones; los comercios y la estación del tren. Siempre me pareció un pueblo viejo, sin poder explicarme el por qué ni saber entonces que los libros de historia manejan diferentes nombres para los primeros asentamientos poblacionales que darían origen a la villa y que su nombre actual, San Juan de los Remedios, quedó suscrito cuando tomó posesión el primer gobierno local el 24 de junio de 1545.

De adolescente regresé por dos noches; una dormí en la iglesia, y fue como caminar las páginas de uno de aquellos bestsellers que ubican sus historias en abadías y catedrales. En la otra, me acogieron unas ancianas en una casa de puertas a dos calles. En la penumbra, adiviné que me encontraba en una vivienda detenida en el tiempo. Todo dentro de ella olía a otra época.

San Juan de los Remedios, una villa con la magia de los pueblos pequeños donde conviven lo local y lo universal. Foto: DPG

Años después, en notas históricas, supe que como muchos otros pueblos de Cuba su economía tuvo un sustento agrícola, que convergió con el contrabando de filibusteros. Pero hacia la mitad del siglo XIX la industria azucarera que florecía en toda la isla, también trajo el progreso a Remedios. Con las familias llegadas de las grandes plantaciones del occidente, arribaron a la localidad la imprenta, el telégrafo, el ferrocarril, los liceos artísticos y literarios y hasta la primera biblioteca del interior del país. La idea de prosperidad estableció leyes incluso sobre las construcciones. El cabildo prohibió edificar alrededor de su Plaza Isabel II si no se levantaban inmuebles de mampostería y tejas. Son esas las viviendas donde se conservan hoy las reliquias de siglos pasados.

Muchos años después regresé a Remedios y descubrí un pueblo de encantos. Todo aquello que había guardado en mis recuerdos, estaba ahora al descubierto: la iglesia remozada, las casas abiertas de par en par mostrando sus antigüedades, los comercios con nombres europeos dispuestos al viajero. Cuando al caer la noche, comenzaron los cantos en la iglesia y el parque se iluminó, la villa cobró esa magia de los pueblos pequeños donde conviven lo local y lo universal.

La cadena Cubanacán administra en Remedios una planta hotelera que ha rescatado del tiempo inmuebles que define con la letra E de Excelencia, de Encanto. Foto: DPG

Semanas atrás, en recorrido con periodistas especializados en viajes y turismo, Remedios, brilló entre las luces que acompañan siempre sus parrandas en la última semana del año. La cadena Cubanacán administra allí una planta hotelera que ha rescatado del tiempo inmuebles que define con la letra E de Excelencia, de Encanto… Alojamientos de paso donde pueden degustarse platos criollos, compartirse un café o conversar a gusto viendo transcurrir la vida de un pueblo real.

Si en la agenda de viajes, todavía quedan algunas horas libres, muy cerca de la plaza, también se ubican el museo de Las Parrandas, el de la Música «Alejandro García Caturla» y hasta una galería de arte. En los extremos del parque, dos iglesias católicas, el Santuario de Nuestra Señora del Buen Viaje y la Parroquial Mayor de San Juan Bautista se alzan unidas por leyendas que nadie se atreve a desmitificar. Y en medio de otro pequeño parque, una estatua de la Libertad, creada en Carrara por escultores italianos pero tan cubanas en los símbolos que luce como los remedianos que la adquirieron mediante colecta pública para honrar la memoria de los mártires de la Patria.

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